De Rossi no está jugando en Boca y en Roma lo siguen de cerca. Acá, la verdad sobre su futuro.
Boca, y también un poco Roma, se revolucionaron con la llegada de Daniele De Rossi al Xeneize. Locura en su presentación, emoción con sus declaraciones, adrenalina al verlo en cancha, explosión con su debut y gol (ante Almagro, por Copa Argentina)… Y ahora, dudas. Lele, como le dicen al volante de 36 años, es más lo que estuvo afuera que dentro de la cancha en Buenos Aires. Ahí, algunos hinchas se empezaron a preguntar sobre su futuro y hasta se rumoreó con un regreso a la capital de Italia como entrenador del equipo Primavera. Lo cierto es que todo indica que DDR se quedará un tiempo más en la tierra del tango, de Maradona y de Messi.
Lo más llamativo es que con De Rossi en cancha, Boca no perdió. Comenzó con el empate 1-1 ante Almagro (que sí se definió por penales, pero llegaron hasta ahí gracias a Daniele). Luego fue titular en el 2-0 a Aldosivi, 1-0 a Banfield y 0-0 vs. River, todos por la Superliga argentina. Además entró diez minutos frente a Liga de Quito, en la revancha de los cuartos de final de la Copa Libertadores, encuentro que finalizó 0-0 en la Bombonera y 3-0 en el global a favor de Boca. Es decir que desde lo futbolístico la ecuación le da ganancias.
Hay algo que aclarar: a Gustavo Alfaro, DT del Xeneize, nunca le interesó tener a Daniele en su plantel. «De Rossi es un volante central, juega de lo mismo que Marcone», soltó justo antes de la llegada del romano, marcando la cancha. Y lo cierto es que no lo utilizó en partidos importantes, salvo el clásico frente a River por el torneo local, que terminó sin goles en el Monumental.
Como la estadística le da el visto bueno, y como el gusto del DT no tanto, también es cierto que el físico no le jugó a favor. Una lesión muscular le sacó regularidad justo cuando se estaba adaptando. También el apuro por volver y estar en la semifinal vs. River por la Libertadores no hizo más que complicar las cosas. Se resintió y Alfaro decidió no arriesgarlo otra vez. O no arriesgarse a tener que sacarlo en medio de un partido caliente. Aunque también se dice que el que no arriesga no gana. Y Boca no ganó.
Con todo este panorama, se empezó a hablar de su futuro, si se volvía o no para la ciudad que lo vio nacer. Pero eso se silenció de manera brusca: dirigentes de Boca avisaron que De Rossi se quedará y que realizará la pretemporada que tanto necesita. Tiene contrato hasta junio del 2020. Además, su pareja Sarah Felberbaum no hace más que disfrutar de las calles de Buenos Aires. Esas que tienen ese qué sé yo (como dice el tango popular de Roberto Goyeneche). Sus hijos ya se instalaron en la capital de Argentina y hasta empezaron el colegio. Y la familia De Rossi completa sale a comer o pasear en sus tiempos libres. Es un porteño más.
El volante es parte del grupo, por eso, a pesar de sus problemas musculares, siempre acompañó al equipo y miró los partidos desde la puerta del famoso túnel de la Bombonera. Nervioso, dando indicaciones, pero siempre siendo uno más. Aconseja a los más jóvenes, escucha a los que conocen a Boca desde la cuna, comparte sus vivencias y no falta a un entrenamiento. Es de los primeros en llegar y de los últimos en irse. Como lo hacía en Trigoria. Así siente el fútbol.
Lele disfruta de Boca y de Buenos Aires. Los hinchas lo idolatran y también esperan más de él. Hasta se ven camisetas con el 16 en la espalda. Saben lo que puede dar en cancha. Los dirigentes lo apoyan (el dato es que habrá elecciones el club en diciembre) y lo tienen como el emblema de cara al futuro, el ejemplo para los jóvenes. Su familia está cómoda. Hasta recibió la ayuda de Jimena Barón, la ex de Daniel Osvaldo, otro ex Roma.
Aunque hay algo que sí le molesta: «Con la pasta no hay problema, el problema es el ajo. Se pone ajo en todos los lugares, eso es lo que tengo para decir», soltó en una entrevista, generando la risa generalizada.
