Paradigme

¿Podrá la Roma construir su propio estadio?

Desde el 30 de diciembre de 2012, día en que el ex presidente de Roma, James Pallotta, y el empresario Luca Parnasi firmaron el acuerdo para la construcción del nuevo estadio en la zona de Tor di Valle, han sucedido tantos hechos que han volcado en innumerables ocasiones el resultado de la respuesta de: pero, ¿podrá la Roma construir su propio estadio?

Pero no queremos dar marcha atrás, así que creemos que sí, así escribe Massimo Cecchini en La Gazzetta dello Sport, la Roma tendrá su propio estadio.

Sin embargo, el calendario (el último «arreglo» es para 2023) debe definirse y, a menos que la familia Friedkin no rechace todas las presiones que están recibiendo, incluso el área podría ser cuestionada, incluso si las pistas en este sentido por el momento son lábiles.

Dos puntos clave: 1) el área identificada fue elegida después de una selección que tomó en consideración alrededor de un centenar; 2) en 2012 Pallotta creía que la Roma jugaría en el nuevo estadio en 2016. Ese día de diciembre, para bendecir el acuerdo del Campidoglio, estaba el alcalde Gianni Alemanno, pero tras las elecciones posteriores, para otorgar el reconocimiento indispensable de la Utilidad Pública (4 de septiembre de 2014) es el alcalde Marino.

La renuncia de Marino, sin embargo, envió a Virginia Raggi al gobierno de la ciudad, hasta ahora una orgullosa oponente del proyecto. Por ello, aunque apenas salvaguardando la zona del antiguo hipódromo -bajo pena de tener que empezar de nuevo- el 24 de febrero de 2017 obtuvo un profundo «restyling» de la obra, con un recorte de volúmenes cúbicos en el parque empresarial adyacente, pero también Gastos del proponente por obras públicas. Luego de que todo pasó a la Conferencia de Servicios, en la que la Región también juega un papel decisivo, el 5 de diciembre de 2017 llegó el visto bueno, aunque con 173 prescripciones y observaciones. Neto de burocracia, parecía la recta final, pero en junio de 2018 la Fiscalía desata la investigación «Renacimiento», que involucra a políticos, consultores y empresarios, incluido Parnasi. Según los magistrados, el estadio no ha sido tocado, pero hay una desaceleración en el proceso, pues la Municipalidad inicia un «due diligence» interno para ver si todo ha sido regular. Hoy Raggi asegura que el ok final será «en diciembre».

La pelota ahora está en la cancha de los Friedkins, de quienes se dice que no están entusiasmados con el proyecto. Por este motivo fueron abordados por políticos y empresarios romanos que han vuelto a proponer tres áreas que alguna vez fueron descartadas: Fiumicino, Tor Vergata y Flaminio (aunque la antigua área está sujeto a limitaciones arquitectónicas). Sin embargo, más allá de las sugerencias, los Friedkins saben bien que cambiar de área significa hacer retroceder el reloj 4-5 años. Lo cual, cuantificando los ingresos del nuevo estadio en alrededor de 30 millones por temporada, significaría una pérdida potencial de alrededor de 150 millones.

Por cierto, en cuanto a Tor di Valle, una vez recogidas todas las autorizaciones principales, el club considera que tiene derecho a construir el estadio, de lo contrario nunca ha descartado la posibilidad de un pleito millonario al Ayuntamiento. Más razones para creer, cualquiera que sea el nuevo alcalde, que llegará la luz verde. Incluso con tiempos por definir.

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