El 10 de abril es una fecha que guarda muchos recuerdos para la Roma, recientes y no tanto, dentro y fuera del campo, desde la contundente derrota ante el United 1-7, la remontada histórica ante el Barça en la Champions League o la muerte de «Er Coca Cola» o lo que es lo mismo Roberto Venturelli un ultra de la Roma por quien se alzó una striscione este domingo ante Salternitana en el Olímpico.
Quien era Roberto Venturelli
Si mencionas su nombre y apellido todo el mundo romanista responde con su apodo, Er Coca-Cola… pero Roberto Venturelli, su verdadera identidad, era un gran hincha de la Roma, siempre presente en las gradas de su querida Curva Sud, en el Muretto della Sud está en su recuerdo, muchos viven orgullosos de haberlo tenido a su lado, él que un referente para los jóvenes que se asomaron por dentro a la afición giallorossi y vieron a ese niño eterno gritando su amor eterno por la Roma.
Muchos crecieron con los gritos de Roberto. Recuerdo bien que si pasaba solo un momento para tomar aire él estaba ahí cabreado para animarte y que tu voz volviera a su ritmo adecuado. Roberto, o mejor dicho Coca-Cola fue quien hizo cantar a toda la curva, de él partieron los coros y de él se inspiraron los hinchas para organizar la alegría romana de la mejor manera posible. Cuando llegó a la pared, miró a su alrededor como si quisiera optimizar a los fanáticos, comparable a un maestro de orquesta que busca lo mejor de sus músicos orquestales. Roberto siempre cantaba, sus inconfundibles estribillos estaban para cada momento del partido, tanto en los momentos fáciles de la victoria, como en los momentos muy difíciles, y los años del muro se han vivido muchos momentos difíciles y críticos y luego muchos más, pero los coros ciertamente no eran fugitivos, al contrario la tonalidad siempre era brillante y viva.
Roberto era el hombre del megáfono, era romanista, y por tanto generoso, de aquellos tiempos conmovedores de Roma y del estadio, de esos tiempos en que el pueblo estaba en el poder y con ese poder decían una vez te amo. Ocurrió antes de un derby. Los derbis: cuando estaban allí, sólo contaba una cosa, la que decía: «Esos que no quiero escuchar hoy»: ¿y quién los ha escuchado alguna vez? En el estadio, al tomar una curva, – en cambio – siempre escuchabas un eco, el de una canción con la melodía de «Mi querida Clementina», el estribillo más hermoso de todos los tiempos: «Forza Roma/ Forza Roma/Dalla curva si alzerà/ Noi t’amiamo e t’adoriamo/Siamo del Commando Ultrà».
Coca Cola, dicen que está muerto. Pero según dijo más de una vez: «Nada muere mientras vive en el corazón de los que quedan». Es así. Será así. Siempre será así. Para todo el mundo. Coca Cola era como el Commando Ultrà, es decir, una de esas cosas, de esas personas que parecen haber estado siempre ahí y no acabar nunca. Y para toda una generación – la que creció fuera de la escuela con los chicos que vendían libros – siempre será él, «el del megáfono de los Cucs», a quien muchos se pararon y observaron, buscando el coraje de imitarlo.
Este domingo se cumplieron doce años de su fallecimiento, de su desaparición física y por eso apareció esa pancarta en el Olímpico en su memoria, muchos (los de fuera de Roma) no entendieron el significado, ahora ya conocen a Er Coca Cola.
