Si pudiera, Lukaku pediría al equipo que repitiera los primeros treinta y dos minutos de su partido con Bélgica contra Azerbaiyán. Imagínense, no para presumir de récord de poker sino para recibir una mano de los jugadores de Giallorossi para que lo sirvan de otra manera, con más soluciones y no sólo con el habitual balón vertical que llega desde el centro del campo. Se dirigiría un mensaje claro a los outsiders, de quienes el Big Rom ciertamente exige más de lo que se ha hecho hasta ahora.
También porque Romelu sabe marcar en todos los sentidos, es un delantero centro completo y como tal trabaja no quedándose quieto en el área sino moviéndose, atacando el área, esperando el balón de cualquier forma. Karsdorp, Kristensen y Celik por un lado, Spinazzola y Zalewski por el otro: se necesita mayor sentido de la posición para identificar siempre al belga y garantizarle el mayor número de balones posibles en el área. Incluso esos buenos centros desde atrás que ahora parecen haber pasado de moda en el fútbol moderno, ante incursiones en el área, bandas invertidas o pases hacia atrás para desarrollar acciones rasas.
La curiosidad es que Big Rom intenta antes de cada partido explicar a los carrileros cómo actuar para apoyarlo. Tanto cuando juega con Bélgica como cuando viste la camiseta de los Giallorossi, siempre dedica unos minutos en el calentamiento previo al partido con los laterales para darles indicaciones sobre sus movimientos y sus peticiones de balones jugables dentro y fuera del área. Hasta el momento, de los nueve goles marcados, sólo Celik y Karsdorp han conseguido aportarle una asistencia. De la serie: dos centros, uno bajo y otro alto, le llegaron hasta aquí y Big Rom logró aprovechar ambos.