Paradigme

Los jugadores temerían que José Mourinho, al final de la temporada, ya no siga al frente del equipo

Nunca tan lejos de Roma, nunca tan unido a sus jugadores. El conjunto, sin embargo, ahora tiene miedo y temen que José Mourinho, al final de la temporada, ya no sea el técnico cuenta Corriere dello Sport. Hace dos años, recién salido del anuncio, Mou aún no había contactado con los jugadores, comprometidos con Fonseca en un complicado final de temporada, pero en los chats del grupo del equipo solo se hablaba de él.

Lógico, inevitable. Esta vez vuelve a ser así, pero al contrario, porque entre el equipo y Mou se ha establecido un vínculo visceral que va más allá del entrenador y los jugadores. Hay quien le debe a Mourinho su explosión -véase Zalewski-, quien la explosión de su carrera (Pellegrini), quien un renacer tras años difíciles en la Premier League: Smalling y Matic, por citar dos nombres.

Y luego están los que atan su futuro a Mourinho: Paulo Dybala. Su agente, Antun, volvió a Argentina sin haber encontrado al club: volverá al final de la temporada para hacer balance, también contractual, porque está claro que una cosa es ser entrenado por Mourinho y otra tener entrenador. sobre quien, por el momento, no hay indicios.

Es lógico que si el portugués se fueran realmente no habría diáspora de Trigoria, porque la Roma era y sigue siendo un club serio: solo para aclarar, hace años, los futbolistas percibían una distancia abismal con la propiedad y sentían una sensación de precariedad que luego se reflejó en el césped y en el mercado de fichajes. Esta vez no es así, en Trigoria hay profesionalidad, pero es inevitable que Mourinho sea el catalizador de todo. La luz. Lo sabe la afición, lo saben muy bien los jugadores que, de hecho, están más compactos que nunca alrededor de su entrenador.

Solo por poner un ejemplo: cuando Mourinho le da al equipo la posibilidad de un entrenamiento opcional, casi todos los jugadores van a Trigoria. Algunos entrenan, otro solo hacen fisioterapia, pero lo importante es estar juntos. Y, otra vez: Mourinho es de los que equilibra bien las bromas y los momentos de seriedad, cuando se coló en el banquillo frente a las cámaras y los jugadores se burlaron de él, fue el primero en tomar la broma, cuando les dio un brazalete a todos creado por su hija Matilde para la final ganada en Tirana ha tocado el corazón de muchos.

Entre Zaniolo, que le hubiera servido bien, y el grupo eligió al grupo, cuando Karsdorp con alguna mala actitud frustró los compromisos de sus compañeros lo trató mal (eufemismo) y cuando le dio las zapatillas a Felix demostró que él también sabe ser papá, además de entrenador. Todo eso, Pellegrini y sus compañeros lo han entendido, percibido y por eso, a día de hoy, son los primeros en temer que Mou pueda marcharse al final de la temporada.

De aquí al final de temporada queda un mes y, seguro, entrenador y grupo lo vivirán como un solo bloque compacto. Entonces, cada uno tomará sus propias decisiones: Smalling renovará (solo falta el anuncio) independientemente de él, así como Cristante, el ídem soldado Matic, El Shaarawy lo espera, para Abraham todo es un rompecabezas más allá de la guía técnica. Y luego está Dybala. Pero esa es otra historia.

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