La última vez que jugó con la Roma en la Via del Mare de Lecce, Lorenzo Pellegrini se rompió un dedo del pie y tuvo que ser operado, por lo que se perdió casi dos meses de la temporada. De aquel equipo, dirigido por Fonseca, que ganó 1-0 con gol de Dzeko y asistencia de Mkhitaryan, el capitán era Florenzi al que nadie imaginaba en el Valencia unos meses después. Hoy, además de Lorenzo, Smalling, Cristante, Mancini y Spinazzola, de ese grupo quedan prácticamente los jugadores que representan, más o menos, la columna vertebral del vestuario.
Por primera vez después de tres semanas Pellegrini pudo entrenar con regularidad y esto, para él, es puro oxígeno cuenta Corriere dello Sport. Habiendo archivado los pocos, pero claros pitidos contra el Empoli, que no le agradaron y se sigue explicando poco, Lorenzo solo ha pensado en deshacerse de los problemas del último período para recuperar ritmo y condición. Los números, sin embargo, hablan de una temporada como protagonista: 5 goles y 8 asistencias.
Ningún jugador ofensivo vuelve a recuperar el balón más que él. Y esa generosidad, al final, le hace pagar el precio en términos de lucidez, sobre todo cuando la condición física no es la óptima. La esperanza de todos es que con la vuelta a pleno rendimiento de Wijnaldum y el crecimiento de Tahirovic y Bove pueda tener unos turnos más de descanso para poder entrenar bien y no correr el riesgo continuo de empeorar la situación y lesionarse.
