El alcalde de Roma, Roberto Gualtieri, vive unos días curiosos cuenta Corriere dello Sport. Mientras el Ministerio del Interior italiano acogía el pedido de prohibir el viaje a la capital italiana para la afición del Feyenoord, tenía que hacer frente a otro percance ocurrido en la fuente de la Barcaccia, la que destrozaron los ultras neerlandeses en 2015.
Pero Gualtieri también es muy activo en el frente Estadio de la Roma, que considera una parte importante de su programa electoral. Desde las primeras semanas de su mandato, el alcalde ha trabajado en sintonía con los Friedkins (ambos ayer en el Olímpico para el partido contra la Sampdoria), que de hecho aceptaron la «sugerencia» de proponer el proyecto a Pietralata donde había una posibilidad concreta de construir una obra de este nivel.
Ahora queda esperar un paso fundamental en el proceso, a saber, la resolución sobre el interés público del proyecto que deberá someterse a votación de la asamblea capitolina. Gualtieri había anunciado que la Roma superaría esta coyuntura a finales de abril pero en las últimas semanas, con el cambio de guardia en el Partido Demócrata y el nombramiento de Elly Schlein como secretaria, se ha ralentizado el trabajo de la comisiones que son preparatorias para superar este objetivo.
