El deber primero. Luego, en todo caso, el placer de firmar una renovación escribe Alessandro Austini en el diario Il Tempo. La Roma cierra las puertas a los agentes que ya empiezan a mirar uno detrás del otro para acomodar a sus clientes. De Zaniolo a Veretout, de Mancini a Cristante, son sobre todo ellos, todos con con contratos que vencen en 2024, son los que esperan una llamada de Pinto.
Pero el mensaje que llega de Trigoria es bastante claro: aparte del contrato de Darboe, que lleva semanas listo, no se iniciarán negociaciones para las renovaciones antes de que finalice la temporada. Después de Karsdorp e Ibañez, cuyos contratos se resolvieron la temporada pasada, Tiago Pinto por orden de Friedkin ha decidido cerrar esta fase de renovaciones tras la firma del capitán. Con él no se podía hacer de otra manera, la renovación era obligatoria para no correr el riesgo de perderlo en un fichaje libre el próximo verano.
A Zaniolo le gustaría alcanzar al menos su nivel y en su caso también tendrá que demostrar que la integridad física no está comprometida por las dos lesiones de rodilla. La Roma lo considera un pilar del futuro, pero quiere ir paso a paso y ahora no pretende ceder a las presiones de la comitiva. Lo mismo se hará con los demás, comenzando por el agente de Veretout. La negociación con Mancini y Cristante debería ser más fácil, ambos asistidos por Beppe Riso y considerado que ambos puntos fijos en el vestuario por Mourinho. El zaguero quiere quedarse y apunta a un salario de al menos dos millones y medio netos, Cristante planea conseguir un sueldo entorno a los medios 2.6-2.7 hasta 2026.