Nicolò Zaniolo ha aprendido por las malas, pagando una factura muy alta, que la vida es una carrera de obstáculos y que la mala suerte siempre puede jugar una mala pasada. ¿Vale la pena tomarlo? De nada.
Los exámenes realizados el lunes por la noche revelaron un traumatismo directo en el hombro izquierdo con luxación. Nada roto, por tanto, aunque la caída tras la entrada de Lochoshvili mantuvo en vilo a los 61 mil aficionados que se dieron cita en el Olimpico: lo vieron derrumbarse, como lo hizo cuando se rompió los dos cruzados, quien suele resistir los golpes haciéndose espacio con los brazos extendidos, cabeza arriba y pecho afuera.
Tres semanas comparadas con el miedo a perderlo de nuevo por largo tiempo no son nada, volarán junto con lo que queda de la enésima charla de verano por culpa del mercado. Nicolò ya ha fijado un calendario personal: volver a estar disponible el 11 de septiembre ante Empoli. Ese es su objetivo, con la perspectiva de estar entre los titulares para el Roma-Atalanta del 18 de septiembre según cuenta Corriere dello Sport.
Entre estos dos desafíos también está la segunda jornada de la Europa League. Aquí está el plan: convocatoria para el viaje a la Toscana, minutos en la copa y titularidad en el gran partido con los de Bérgamo.