Por la Roma puso la cara. En todos los sentidos y con casi todos los sentidos. Nicolò Zaniolo se despertó en su La Spezia, donde pasó el lunes libre, con la cara hinchada. El golpe recibido de Maggiore, que supuso la sanción y por tanto la victoria en La Spezia, le produjo un fuerte traumatismo facial además de las contusiones documentadas por Instagram.
Sobre el futuro de Nicolò se habla mucho, pero un punto está claro: hoy es el jugador el quién quiere planificar el futuro, no la Roma, que todavía está en dificultades financieras y es probable que viva la cuarta temporada consecutiva lejos de la Liga de Campeones. Si fuera por Nicolò, la renovación del contrato podría discutirse de inmediato. Y ante un retoque sensible, pero menos que otros grandes nombres del grupo, la firma sería casi automática.
Pero, paradójicamente, el estancamiento de la empresa podría facilitarlo: si la Roma no vende Zaniolo en verano -plausible, porque las ofertas no estarán a la altura del nivel potencial de Nicolò- se verá ante la necesidad de negociar la renovación, para no encontrarse en el 2023 un año antes de su vencimiento de contrato en una situación incómoda.
Pero Zaniolo nunca ha pedido salir de Roma y no tiene intención de hacerlo según publica hoy el Corriere dello Sport. Cualquier divorcio será de mutuo acuerdo. Y el club tendrá que dar el primer paso comunicando la intención/obligación de venderlo. Obviamente, esto aún no ha sucedido, porque en este momento Zaniolo no es un tema de debate para la Roma. Pero a final de temporada el escenario será más claro, con la Juve siempre mirando desde la ventana.
