«Hay miles de millones, pero no hay valores en los peinados pijos de los jugadores. Son los héroes de una generación, que desesperación entregarle tiempo y dedicación a ese puto circo» decía la letra de aquella canción de Rotten XIII. Y qué mejor para recordar estos versos, que en un día como hoy.
Para muchos el fútbol es un show, para otros un simple deporte, una forma de vida, o una manera de desahogar tus penas. Está claro que nadie tiene derecho a juzgar la manera de entender este deporte de cada uno de nosotros, pero si, de criticar la manera en la que ellos, los jugadores y directivos, los encargados de defender los valores de miles de personas, están arruinando lo que tantos años ha costado defender.
Y es que en días como hoy, es cuando verdaderamente debemos de valorar lo que hemos vivido durante muchos años. Aquella época de fidelidad, de dejarse la vida en el campo, una época donde en el fútbol aún había sentimientos, valores, dignidad… Unos elementos, que con el paso de los años, cada vez deambulan más débilmente por un panorama futbolístico, donde los goles valen millones, las camisetas parecen artículos de lujo, y donde ellos han hecho que defender nuestro escudo, se convierta en un auténtico negocio.
¿Aún recuerdan aquella época cuando los niños soñaban con ser el capitán del club de sus amores? ¿Aun recuerdan cuando los niños idolatran al ídolo local, sin importar su peinado, sus tatuajes o su popularidad?
Barro para casa, y me gustaría recordar las figuras de Francesco Totti y Daniele De Rossi en un momento como este. Recordarlas, si, porque se han empeñado en alejarse lo máximo posible de nuestro club. Recordar aquellos Del Piero, Xabi Prieto, Le Tissier, Puyol, Maier… Recordar a tantos héroes de antaño, que hoy en día, podemos contar con los dedos de la mano.
Se han perdido aquellos héroes capaces de hacer soñar a grandes y pequeños en una misma ciudad, a nietos y abuelos, a padres e hijos. Se ha perdido la lealtad, los valores, en un fútbol, donde en los momentos buenos todos suman, pero donde en los peores momentos, son los jugadores quienes son los primeros en bajarse del barco. Se ha perdido el fútbol. Se han cargado el fútbol.
No queremos millones, queremos valores.
