Il Messaggero (S. Boldrini) – Treinta años después, sigue habiendo un representante de la familia Schmeichel, una gloriosa dinastía de porteros, en el camino de la Roma. En 1991, en las semifinales de la Copa de la UEFA, los giallorossi de Ottavio Bianchi descubrieron la habilidad del número uno del Broendby, equipo danés que llegaba al penúltimo acto de la Copa de Europa gracias, sobre todo, a la destreza de Peter Schmeichel, nacido en 1963.
Su hijo, Kasper, de 35 años, es danés casi por casualidad y es un icono del Leicester, donde por estas horas crece la expectativa por el partido del jueves ante la Roma, aquel equipo que enfrento un día su padre. El conjunto de la Premier vive con ansias el partido, ante el regreso de Evans en defensa y el esquema que duda entre el 4-1-4-1. y 3-4-1-2. Kasper ha pasado la mayor parte de su vida en Inglaterra: desde 2002 hasta hoy.
Muy alto rendimiento, cero errores, costumbre de relanzar el balón golpeando el poste con los tacos antes de la carrera. En los días de los festejos, colocó la corona en la cabeza de Claudio Ranieri, pero luego fue uno de los primeros en quitársela. Su papel, en los días de la caída del técnico italiano, no estaba claro. Alguien escribió que habló con el presidente Vichai Srivaddhanaprabha para solicitar su liberación. Kasper era uno de los jugadores favoritos del empresario tailandés.
Cuando el helicóptero que transportaba a Vichai a Londres se estrelló contra el estacionamiento del estadio el 27 de octubre de 2018, Kasper corrió hacia los restos en llamas para tratar de extraer los cuerpos. Lo detuvieron justo a tiempo.
Incluso a nivel estilístico Kasper es así: se lanza a la lucha sin miedo. Cuatro veces futbolista danés del año, ha sido internacional con su pais en 83 ocasiones. Su padre, un habilidoso hombre de negocios y personalidad televisiva, era superior, pero Kasper es portero. El abuelo, Antoni, polaco, era jazzista. Solo para reiterar que siempre hay una racha de talento entre los que juegan bajo los palos.