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Tras la vuelta de los Fedayn este domingo al Olímpico parece descarta la hipótesis de ruptura entre el sector ultra de la Roma

Entraron los últimos, entre aplausos. Entonces la Curva Sud entonó su nombre. Fue tremendo el regreso de los Fedayn al Estadio Olímpico, escribe Marco Carta en La Repubblica, tras el robo de las pancartas, quemadas el sábado en Belgrado.

Y también acalla los muchos rumores descontrolados que en las últimas semanas se habían intensificado sobre el grupo principal de la Curva Sud. No hay guerra. No hay enfrentamiento entre ultras amarillos y rojos. De momento, sólo solidaridad y respeto a los que hicieron historia del tifo amarillo y rojo. Los Fedayn dejaron su posición al descubierto hasta el último momento. Esperaron a que se llenara la curva y entraron sobre las 20.30 horas mientras el estadio cantaba el himno de Marco Comdi, Mai sola Mai.

Volvieron a ocupar sus puesto, por primera vez sin las tradicionales banderas del grupo. Pocos coros cantados por la Sud, casi todos en la segunda mitad. Esto también es una demostración de cercanía al grupo. Porque lo de los Fedayn son un símbolo que va más allá del grupo al que representa. Y ver arder la bandera amarilla y roja en la curva del Estrella Roja de Belgrado es una ofensa que lastima a toda la hinchada.

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