Habiendo comprometido la carrera hacia la zona de Champions en la Serie A, queda el último tren de temporada que pasa por Ámsterdam, pero los romanistas encuentran Trigoria inmerso en un clima duro, un todos contra todos, como ocurre con demasiada frecuencia en estos meses de marzo y abril, escribe Francesca Ferrazza en La Repubblica.
La primavera se vuelve repentinamente maldita para los colores Giallorossi, envenenados en este caso por el empate con Sassuolo -que significa un punto en los últimos tres partidos, con la caída al séptimo puesto de la clasificación- y por los ya continuos enfrentamientos entre el equipo, por por una parte, y Fonseca, con su personal y el Director General Pinto, por otra.
Las crónicas internas de los días Giallorossi, según cuenta el diario capitalino, hablan de relaciones en desacuerdo, entre algunos jugadores y el técnico portugués, algo que se sabe desde hace semanas, y también con quienes, mientras se intentan calmar los ánimos más acalorados, a quienes tienen fuertes dudas sobre el trabajo del ‘entrenador.
Hay una situación explosiva, hecha de relaciones desgastadas o al borde de la ruptura, con renovaciones contractuales (como la de Mkhitaryan) congeladas a la espera de entender quién será el entrenador del próximo año y cuáles serán las verdaderas ambiciones del club. Muchas preguntas sin (de momento) respuesta, ya que la Roma está a punto de disputar los dos partidos más importantes de su temporada: los cuartos de final de la Europa League ante el Ajax.
Fonseca, que debe apoyarse desde el primer minuto en Dzeko, con quien sigue teniendo una pésima relación desde el punto de vista personal, pero que tiene la experiencia para intentar arrastrar un magullado y aburrido en Europa.