Como diría un padre de familia, el multimillonario Dan Friedkin también se está apretando el cinturón. La Roma es un club que gasta demasiado teniendo en cuenta lo que recauda, sobre todo si le falta lo recaudado por la clasificación por la Champions y si renuncia a la venta de las preciadas piezas de la plantilla.
También por ello el presidente sigue metiendo la mano en la cartera, con el fin de garantizar la gestión actual del club. Mientras tanto, sin embargo, le ha encomendado una misión a Tiago Pinto: reducir la cuantía de los salarios, que pesa más del 70% en la partida de “gastos” del presupuesto.
El director general está teniendo éxito. En los albores de la temporada 2019-20, la Roma pagaba 110 millones de euros en salarios, de los cuales 64 millones netos. Esta es la situación que heredaron los Friedkins en agosto de 2020; que, en la temporada 2020-21, descendió hasta los 108 millones para llegar al arranque del actual campeonato con una remuneración de 97,5 millones brutos.
El último mercado de fichajes de enero rebajó aún más la cifra: con las salidas de Mayoral, Calafiori, Fazio, Reynolds y Villar, el club se ahorró unos 6 millones de aquí a junio, mientras que destinará 2,3 millones a las mensualidades de Sergio Oliveira y Maitland – Niles, quienes en cambio son en efecto los dueños