Ni siquiera se imaginaba que le elegirán tan pronto: «Lorenzo, entras tú en lugar de Koné». El sorpresivo cambio de Ranieri abrió una corriente de luz que Pellegrini acogió como un somnoliento que se despierta sobresaltado al abrirse una contraventana.
Tras quedarse fuera por séptima vez desde el inicio de los últimos ocho partidos, Pellegrini no se vio bien en San Siro. Parecía aterrorizado, también confundido por la posición que le tocaba ocupar, tanto que a los pocos minutos pidió aclaraciones al banquillo. Pellegrini falló muchos pases sencillos, pero habría abandonado el campo casi desapercibido si, tras un movimiento derecho detrás de la línea defensiva del Milan, no hubiera caído en sus pies el pase de Dybala que podría haber valido una victoria para la Roma y quizás también un punto de inflexión personal.
Pero evidentemente no es su momento y, salvo algunos destellos de talento y eficacia en las primeras semanas con De Rossi, este no fue su año asegura Roberto Maida este martes en el Corriere dello Sport. Todos los entrenadores que se cruzaron con él en 2024, después de haberle asegurado la confianza inicial, lo degradaron, no quitándole el brazalete de capitán sino (peor) su lugar en el equipo.
La Roma, por su parte, se ha mostrado disponible: si Pellegrini encuentra un equipo de su agrado, también podría marcharse en enero. Además, Friedkin considera desproporcionado el salario de alrededor de 6 millones, incluidas las bonificaciones, generado por una renovación de contrato culpablemente tardía. El año 2025 podría comenzar con una separación que ahora, más que sensacional, parece incluso lógica.