Todo en veinticuatro horas. Desde una posible y anticipada salida hasta pistas concretas de confirmación. El protagonista es el hombre que hizo de la comunicación un arte: el setubalense José Mourinho, y quién si no escribe Piero Torri en el diario La Reppublica. Recapitulemos. Sábado, Trigoria, rueda de prensa del ‘Special One’. Anunciado sólo veinticuatro horas antes, cuando nadie, en plena semana de la Copa de Europa, pensaba que el portugués aparecería ante cuadernos y micrófonos, como siempre había hecho en alguna ocasión en periodos de tres partidos en siete días.
En el momento en que se anuncio que José Mourinho hablaria e la previa del Sassulo-Roma, que levanten la mano quien no no creían que Mou quería decir algo que hiciera ruido. La consideración que inmediatamente nos rondaba por la cabeza era que las palabras de Mou podrían ser un anticipo de una salida. ¿Por qué? Por el simple hecho de que tenemos una certeza más que razonable de cómo ciertos cargos contra instituciones de fútbol y árbitros enojan más que a los propietarios, en particular al presidente Dan Friedkin.
Idea presuntuosa y al día siguiente se demostró que estábamos equivocados. Se encargó de ello el director general, vocero directo de los dueños, Tiago Pinto. Quien, en las no siempre inútiles entrevistas previas al partido, se puso totalmente del lado (y por tanto también Dan y su familia) de su entrenador con duras palabras que nunca le habíamos oído pronunciar desde que aterrizó en Roma. En esencia, algo nuevo.
Esto también es algo nuevo que derriba por completo los pensamientos maliciosos, certificando una nueva unidad de intenciones entre propiedad y entrenador después de meses de silencio y malentendidos. Todo hasta el punto de que la hipótesis de esa renovación de contrato que la gran mayoría de los aficionados de la Roma pedían en voz alta ahora parece decididamente más posible. Sólo tenemos que esperar.