Ya faltan menos de cinco días. Se acerca el ultimátum navideño que pusieron los Friedkins para decidir cómo proceder con el tema del estadio. Dan y Ryan, padre e hijo, fueron muy claros con las instituciones deportivas, en la reunión del jueves con el Coni y a la Federación de Fútbol: no esperarán a que la política desenrede sus enredos, no vinieron a Italia a perder tiempo y dinero, según reporta hoy Corriere dello Sport.
Los norteamericanos invirtieron mucho en la Roma, una sociedad privada muy endeudada, y lo hicieron en el peor momento que podía pasar. Por eso, sin entrar en los méritos de la diatriba entre Municipio y Región, seguirán recto su camino: el estadio será construido, como diría la Raggi, pero en los tiempos y en las formas que los Friedkin considere más oportunas.
Quién sabe si la vacilación del potencial socio del proyecto Tor di Valle, Radovan Vitek, que ayer mismo anunció su dimisión del Consejo de Administración del grupo que controla, Cpi Property, que se suponía iba a comprar el terreno, repercutió en la decisión de acelerar. del antiguo hipódromo. En Praga escriben que Vitek, también molesto por el duelo familiar, ha decidido dejar su negocio por tiempo indefinido. Obviamente, esto crearía dificultades para recaudar fondos para construir el complejo Tor di Valle.
Y así, si echa de menos Tor di Valle, no faltarán las posibilidades. Algunas nuevas opciones ya han sido examinadas: el evocador relanzamiento del estadio Flaminio, la remodelación de la zona de Tor Vergata, incluso la pintoresca candidatura habitual del municipio de Fiumicino. Lo importante es darse prisa: los Friedkins no quieren dejarse engañar.