No fue una provocación, ni siquiera una broma. Roger Ibáñez podría realmente jugar algún día para la selección italiana, donde se encuentran sus respectivas necesidades. Roberto Mancini lo está pensando, Ibáñez también. Evidentemente debe ser el técnico, que ya cuenta con tres brasileños naturalizados en el grupo campeón de Europa, el que informe al jugador de la Roma que tiene la intención de llamarlo. En ese momento, se pueden iniciar los procedimientos para obtener el permiso para usar la camisa azul, escribe Roberto Maida en el Corriere dello Sport.
Ibáñez tiene tres pasaportes: el brasileño, el país de nacimiento, el uruguayo, que obtiene gracias a su madre quien es nacida y criada en Montevideo, y el italiano, obtenido gracias a sus antepasados antes de fichar por Atalanta, en enero de 2019.
Por reglamento, el jugador que tenga el pasaporte del país en cuestión y que no haya jugado un partido oficial con la selección de origen puede solicitar la naturalización (una sola vez). Ibáñez está bien porque a lo sumo llegó a la Sub 23, precisamente de Brasil que luego ganó el oro en Tokio. Para iniciar la práctica, como ya ha ocurrido con el resto de brasileños en Italia, Ibáñez deberá enviar a la Federación de Fútbol la documentación que acredite la licitud de la solicitud (pasaporte italiano y otros papeles) adjuntando una declaración que atestigüe la voluntad de hierro de representar a Italia. En ese caso, la FIGC entregaría el sobre a la FIFA, que se pronunciaría dentro de un mes. Si todo va bien, la naturalización se completará con relativa rapidez.