Claudio Ranieri fue recibido con un cálido homenaje en el Teatro Cucinelli de Solomeo, con motivo del lanzamiento oficial de los 100 mejores jóvenes candidatos al Golden Boy Europeo. El entrenador de la Roma, presente entre los invitados de honor, recibió un abrazo a su llegada del presentador Brunello Cucinelli, antes de recibir una ovación del público, según informa Adnkronos. Adriano Galliani también le rindió homenaje, declarando desde el escenario: «Es el mejor de todos; después de 50 años, digo lo que pienso». Ranieri agradeció con emoción y, antes de subir al escenario, también intercambió un afectuoso abrazo con Gigi Buffon, presente en el evento. Estas son sus palabras:
«Cuando llegué a la Roma, los chicos estaban pasando por un mal momento y les dije: «Saquen el niño que llevas dentro». No son tan malos como dice la clasificación, así que fue algo muy bonito. No soy psicólogo, sino una persona que se ha hecho a sí misma; intento conectar con ellos, conectar con ellos y estimular su ego. Es un juego, pero a veces es duro, y como entrenador siempre intento encontrar el equilibrio. El fútbol mueve miles de millones. Recuerdo cuando, de niño, me bastaba con estrecharle la mano a un presidente que respetaba sus palabras. En Catanzaro no firmé, pero luché por cien mil liras más… Sobre cómo nació mi pasión por ser entrenador: «Soñaba con ser futbolista. ¿Llegué más lejos? No pensé que sería entrenador. Dije que no iría a hacer el curso, pero al final fui y me dije: a ver si entiendo el fútbol, si tengo ideas, si sé hablar con los jugadores, con la prensa. Entonces llego el Cagliari, que fue el impulso hacia un gran fútbol. Tuve una carrera con altibajos, pero estaba la fuerza de mi familia, de mi esposa, que me ha soportado durante 50 años. Fue lo bonito sentir también la amargura del fútbol y tener la determinación de luchar».
Sobre la llamada a la Roma: «En el Watford pasó lo contrario con el Leicester, todo siempre fue negativo, luego el Cagliari regresó, volvimos a la Serie B, nos salvamos, y dije que podía parar, y juro que dije ‘parar’. Entonces muchos entrenadores me llamaron y en mi interior pensé: si tengo que volver, solo al Cagliari o… Con la Roma, rezaba para que no me dejaran. Cuando cambiaron a De Rossi por Juric, pensé: «Se acabó, estoy tranquilo», y en cambio me volvieron a llamar. Pero esta vez es cierto: «Lo dejo, me paso al otro lado, a ver si puedo». Hay mucho que aprender y hacer, y tengo muchas ganas de hacerlo. Lo más fácil es conectar con los jugadores; donde lo he conseguido, me ha ido bien. Nunca culpo a nadie más que a mí mismo por intentar mejorar».