Ranieri decidió darle descanso a Dybala ante Empoli para no comprometer su buena forma de cara al partido de Bilbao

No hay de que preocuparse, todo estaba planeado. Paulo Dybala no salió rumbo a Empoli para relajar músculos y articulaciones: venía de un doble esfuerzo que Ranieri hubiera querido evitar, noventa minutos más el descuento contra el Como más setenta contra el Athletic. Volver a utilizarlo esta vez, aunque fuera sólo en la segunda mitad, habría sido extremadamente peligroso para un jugador que siempre juega al límite de sus propias fuerzas cuenta este domingo el Corriere dello Sport.

Es mejor darle descanso en un partido que la Roma puede y debe ganar incluso sin él, en lugar de comprometer su camino no sólo en Bilbao sino también más adelante. El plan pactado con médicos y fisioterapeutas es el siguiente: Dybala jugará en San Mamés, en una noche que podría ir a la prórroga, y luego estará en el banquillo el próximo domingo en el Olímpico ante el Cagliari, antes del descanso. Paulo compartió ese tipo de gestión también porque espera volver al plantel argentino tras seis meses de ausencia: los medios porteños no lo incluyeron entre los 33 jugadores en riesgo de ser cortados que alertó el técnico Scaloni de cara a los dos partidos de clasificación al Mundial ante Brasil y Uruguay.

Scaloni quedó impresionado por su crecimiento atlético y su nueva confiabilidad. Por eso decidió devolverle la llamada. Y Dybala no quiere perder la oportunidad de volver a la cancha después de la gran decepción del año pasado, cuando quedó excluido de la Copa América. Pero primero, por supuesto, viene la Roma. Y la Europa League, que para él es una asignatura pendiente desde la maldita final de Budapest. Por cierto: Dybala marcó su único gol fuera de Italia con la Roma esa misma noche, contra el Sevilla. Lamentablemente no fue suficiente. Y la derrota en los penaltis le hizo llorar amargamente.

Un motivo más para ser protagonista el jueves en Bilbao, donde la clasificación aún está en el aire. El jueves pasado el larguero le negó un gol que hubiera decantado el partido a su favor en la primera parte. En septiembre jugó medio partido sin aportar demasiado. Esta vez, en la noche de los campeones que marcan la diferencia entre el bien y el mal, Dybala es la Gran Esperanza. Y no hablemos de Empoli, donde podría volver el año que viene: también le gustaría ir a San Mamés en mayo.

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