A fin de cuentas, el stop por el mundial traerá beneficios a Mourinho. A la espera de volver a ver a Dybala en Trigoria, el técnico al menos puede sonreír ante el regreso de Pellegrini. Su rendimiento hasta el momento no ha estado al nivel de la temporada pasada, gracias a los no pocos problemas físicos que ha tenido en los últimos meses y que han comprometido su rendimiento en Liga y en la Europa League.
Durante mucho tiempo Pellegrini soportó los constantes dolores en los dos flexores, problemas físicos que la temporada pasada lo dejaron fuera durante más de un mes llevándolo a perderse diez partidos, y que en el anterior le habían obligado incluso a perderse la Eurocopa. El capitán se comportó como un auténtico capitán: apretando los dientes todo lo que pudo, demostrando a los demás que tenía que darlo todo en el campo, que tenía que sacrificarse por la causa. Gestos muy apreciados por la afición, pero poco recomendables para un deportista que nunca ha tenido tiempo de recuperarse.
La parada llegó en el mejor momento. Pellegrini trabajó tranquilo en Trigoria, supo llevar la recuperación despacio, sin tener que apurar los tiempos. Esmerado trabajo, junto con el cuerpo médico y los fisioterapeutas, probablemente Lorenzo nunca había llevado a cabo una rehabilitación más tranquila que esta.
Y al final volvió a los entrenamientos en Tokio. Ayer volvió a salir al campo para entrenar junto a sus compañeros. Este trabajo también será paulatino para evitar recaídas, por lo que mañana lo más probable es que no salte a la cancha en el segundo y último amistoso nipón. Ya habrá tiempo de revisar el balón, lo volverá a hacer en un par de semanas.