Ha percibido la sensación de precariedad, de condición de reemplazable, y eso no le gusta mucho. Si hay algo que ha asimilado como capitán a lo largo de los años es el peso de una responsabilidad no ordinaria. Pero Lorenzo Pellegrini no movió un músculo cuando supo por Mourinho que no jugaría contra el Sassuolo. El técnico le explicó que todavía no le ve al top, que en Ginebra su aportación al equipo había sido insuficiente y que prefería relanzarle a tiempo completo tras otro ciclo de formación completo cuenta Corriere dello Sport.
La sensación es que Pellegrini volverá al once titular contra la Fiorentina el domingo, con su brazalete de capitán en el brazo. No porque ante el Sassuolo, donde el equipo que le extraño, transmitiera la idea de estar «curado». Sino porque el banquillo de Reggio Emilia le ayudó, una vez más, a comprender que la Roma es lo primero y que Mourinho, cuando tiene que decidir, sólo consulta distraídamente su currículum. En todo caso, le interesa saber si las credenciales pueden ser funcionales a su idea del partido.
Después de más de 50 días de baja, por una habitual dolencia muscular, Pellegrini necesita algo de tiempo para recuperar su brillo. Más aún porque, como centrocampista y no como mediapunta, tiene que correr más y afrontar con mayor frecuencia la fase defensiva. El partido contra la Fiorentina puede adaptarse a sus características y al entorno que le rodea: el estadio lleno y la Curva Sud que le mima sin reservas pueden darle el empujón que necesita para salir de la crisis. No han sido semanas fáciles para él, ni siquiera a nivel personal tras las insinuaciones sobre su vida privada que le llevaron a presentar la denuncia, pero ahora lo peor definitivamente ha pasado.
