Paulo Dybala está intentando de todo para volver a ponerse a disposición de José Mourinho. El argentino, a pesar de los dos días de descanso concedidos al equipo por el Special One, tanto ayer como hoy acudió a Trigoria para un entrenamiento y terapia en su tobillo izquierdo, todavía con dolor por la criminal entrada de Palomino durante el Atalanta-Roma del pasado 24 de abril.
Cuesta imaginarse verlo sobre el césped contra la Fiorentina el sábado, también a la luz de las declaraciones de Mourinho en la rueda de prensa posterior al empate con el Salernitana: «Se encuentra mal, no sé cómo estará dentro de 10 días. No soy optimista«. El objetivo es estar en Budapest y ayudar a sus compañeros en la que sería la mayor empresa de la historia reciente del club.
Por ello desde el domingo, el cuerpo médico de los giallorossi ha estado probando una nueva terapia en el tobillo del jugador que puede volver a ponerlo en marcha, un tratamiento particular que debería prepararlo para la convocatoria de Budapest. A ello se suma el trabajo habitual de fisioterapia, que ya se ha convertido en rutina diaria, y las sesiones con el osteópata del club cuenta Corriere dello Sport.
Paulo no quiso beneficiarse de los dos días de descanso concedidos por Mourinho al equipo, y por ello sigue trabajando. Y lo mismo hará hoy para luego consultar con el sector médico el viernes por la mañana y entender si pueden darse las condiciones para poder sentarse en el banquillo del Franchi. Difícil, como lo sería si entrara al campo contra la viola.
Una vez resuelto el problema muscular de inicios abril, Dybala sigue intentando recuperarse del dolor en el tobillo tras el golpe del 24 de abril. Desde aquel partido, el campeón del mundo ha jugado en realidad sólo treinta y dos minutos, 19 en Liga con el Inter y los 13 restantes en la ida de semifinales de la Europa League con el Bayer Leverkusen. La voluntad del jugador es estar en Budapest.
