Se puede volver a sonreír. La nueva ligereza de Spinazzola, combinada con el talento incontrolable de Dybala y la inteligencia natural de Pellegrini son la expresión de una nueva felicidad, que la Roma quiere saborear día a día a la espera de afrontar los próximos retos escribe Roberto Maida en el Corriere dello Sport.
Pero incluso Mourinho, que no lo demuestra, sonríe un poco a la espera del encuentro con los Friedkins sobre el futuro: la recuperación del propio Spinazzola, el regreso paulatino de Wijnaldum, el reintegro de Karsdorp, el descubrimiento de Solbakken, la explosión de Belotti, son todos elementos que enriquecen las esperanzas y ambiciones de un equipo que ya no quiere poner límites de viabilidad entre el campeonato y la Euroliga.
Ahora viene lo bonito pero también lo difícil. A partir del partido del martes ante el Cremonese, un rival que trae de vuelta el pensamiento torcido de la eliminación Copa de Italia, la Roma jugará seis partidos intensos en exactamente 20 días: los otros cinco son ante Juventus, Real Sociedad en casa, Sassuolo, Real Sociedad fuera, Lazio. El destino de la temporada, por tanto, puede tomar forma antes del parón de finales de marzo, en el que Mourinho espera llegar más sólido que hoy a la Liga y seguir en la lucha por la copa europea.
Por ello Paulo Dybala podría partir desde el banquillo en Cremona. El esfuerzo del jueves pasado, tras un solo entrenamiento con el grupo en la semana, fue arriesgado para sus fibras. Realmente no hace falta insistir, a la vista de dos partidos separados por unas horas: el de «su» Juventus el domingo 5 y el de la Real Sociedad el jueves 9, ambos en el Olímpico. Mourinho meditara junto a su Paulino y luego decidirá cómo proceder.