La prioridad va para la Roma, lo mejor es aclararlo de inmediato. Mourinho iniciara en 2023, el 4 de enero en el Olímpico en el partido contra el Bologna, con el deseo de respetar el contrato que le une al club giallorossi hasta el 30 de junio de 2024. Eso, sin embargo, no significa que José siga estando seguro en Trigoria también en la próxima temporada.
En su elección final influirán no tanto las tentaciones que le llegan desde el exterior como las dudas que germinan en su interior. Su estancia en la capital está ligada al plan que le presentarán los Friedkins para la mejora de la actual plantilla que Mou no considera competitiva. En resumen, y al margen de las ganas de Portugal de contar con él como entrenador tras el fracaso mundial, Mourinho se toma su tiempo. No hasta junio. Para marzo, y sin dejarse influir por el mercado de enero, querrá entender de los dueños texanos cuáles serán las posibles inversiones para fortalecer a la Roma.
José será consistente cuando se siente frente a Dan y Ryan. Y será por tanto el mismo que cuando aceptó su propuesta en la primavera de 2021. Firmó el contrato de tres años convencido por sus interlocutores. Los consideró capaces de poder seguirlo en el camino. Mou llegaba con la certeza de poder hacer un gran juego en la Roma en tres años. Ahora, sin embargo, ya no está convencido de que sea posible. Así se convertiría en el técnico en la carrera por la victoria. Porque no tiene intención de hacer promesas vacías a la plaza. No quiere dar garantías si no las tiene.
Si la titularidad tejana decide complacerle, permanecerá en los giallorossi por tercer año consecutivo (de ahí la prioridad para el club giallorossi) y quizás incluso unas cuantas temporadas más. Si no, adiós. Sin resentimientos. Tal vez la familia Friedkin busque una compensación. Sin conceder la terminación consensuada del contrato. Pero esto solo lo sabremos en caso de una posible separación. Por su parte, Mourinho ha comunicado a los Friedkins que nunca ha tenido en cuenta la doble función (entrenador de Portugal y entrenador de la Roma). Una cuestión de respeto para la afición portuguesa y giallorossi. Incluso los Friedkins, después de todo, piensan de la misma manera. Solo lo quieren para ellos.