“El míster me preguntó cómo estaba, le di mi disponibilidad porque la Roma es lo primero”. El estado de ánimo de Nicolò Zaniolo está visible en estas pocas pero significativas palabras, puntuadas en el corazón de la velada mágica del Olímpico, tras el gol marcado al Ludogorets.
Con esta hambre y con estas ganas, Nicolò apunta ahora a una alegría que lleva esperando mucho tiempo: marcarle a la Lazio en el derby según cuenta el diario La Reppublica. Un disgusto casi innato, una rivalidad que supo encender desde las primeras salidas: a menudo apuntado en las gradas, Zaniolo ahora quiere marcar la diferencia en el campo: «Todos sabemos cuánto vale este partido. Puedo prometer que el domingo jugaremos al 200%”.
Con sus arranques, sus jugadas y finalmente la efectividad goleadora de cara a la portería, que persigue desde el inicio de la temporada, el número 22 giallorossi puede ser el hombre capaz de romper el juego. Un poste le atragantó el grito en el derby de ida de la temporada pasada, mañana quiere terminar la maldición y volver a animar con su afición.
Unas horas después del inicio del derby, los Friedkins juegan en varios campos, pero no pueden esperar a ver el Estadio Olímpico con un nuevo color amarillo y rojo. Murmuran desde la Curva Sud que la escenografía, ya casi terminada, será algo extraordinario. La espera en la ciudad es realmente larga, mañana es el día de la verdad.