Hay una promesa mutua que parte de lejos. Y que ambos protagonistas cuentan con mantener. Mourinho convenció a Dybala de elegir a la Roma garantizándole que solo estaría un año fuera de la Champions League cuenta Corriere dello Sport. Y Dybala, más recientemente, aseguró a Mourinho sobre el potencial del equipo, animándolo hacia la meta, el cuarto puesto, que sigue siendo alcanzable incluso después de las dos derrotas de esta semana: la hermosa pero siempre molesta contra el Napoli en la liga y la «horrible». ( Mou dixit) en la Copa de Italia ante el Cremonese.
Son ellos, los dos campeones, los que tienen que sacar al equipo del momento de dificultad. Y no es casualidad que Dybala haya fallado en cuanto a rendimiento en los dos últimos partidos. Si hubiera estado en lo más alto, la Roma ciertamente habría limitado el daño. Pero nada está perdido, aparte de la Coppa Italia.
Dybala nunca habría aceptado a la Roma si Mourinho no la hubiera seducido con la perspectiva de un papel principesco y un digno plan de fortalecimiento. Mourinho nunca se habría resignado a un «mercado» (otra expresión suya) que no incluyera a su Paulino.
Aunque alguien todavía haga como si no lo entendiera, la Roma de Mourinho tiene un atractivo internacional y es una atracción para los grandes jugadores. Véase a Wijnaldum y Matic, quienes se unieron a la causa como legionarios extranjeros solo con el aporte del entrenador. La Roma sin Mourinho está condenada a reinventarse y modificar un programa que los Friedkins, cuando los cuellos de botella del fair play financiero de la UEFA aún no habían reabierto las obras, habían imaginado exitoso dentro de tres años.
