Parece increíble y ciertamente es un signo de los tiempos «modernos», escribe Luca Valdiserri en Il Corriere della Sera. A la Roma se le espera mañana una de las veladas más importantes de toda la temporada, el partido de ida de la Europa League ante el Bayer Leverkusen, sin embargo, se habla más del futuro de Mourinho que del partido.
La situación del Special One es sencilla: está ligado por contrato hasta junio de 2024 y no estamos hablando de un detalle sin importancia. Mou tiene de su lado a la gran mayoría de los giallorossi, pero sus patrones son los Friedkins, que siguen razonando como lo han hecho desde el primer minuto que aterrizaron en Roma: no hablan, no comentan, no dan explicaciones. Con ellos, Tiago Pinto y Lina Soulouko siempre han anunciado sus desiciones de manera sorpresiva, incluso sensacionales, mientras otros nombres circulaban.
Dan y Ryan Friedkin vieron de lo que era capaz de hacer Mourinho: la conquista de la Conference League y un estadio siempre lleno de público y entusiasmo. Igual de claro, sin embargo, es el camino que debe tomar la Roma para mantener en pie el acuerdo al que se llego con la UEFA para volver a los parámetros positivos dentro del Fair Play Financiero. El mercado debe financiarse con ventas o beneficios extra.
Por eso es tan importante clasificarse para la Champions League, a través del campeonato o ganando la Europa League, y aprovechar los ingresos que solo puede dar la competición más importante. Es lógico que los planes de desarrollo también dependan de los resultados. Mou tiene razón al pedir una plantilla más competitiva: siempre ha jugado para ganar, los Friedkins tienen razón al pensar como propietarios y no como aficionados.
