Una voluntad precisa y convencida, manifestada a través de gestos y palabras. José Mourinho quiere con todo su corazón seguir en el banquillo de la Roma. Desde la promesa a los jugadores tras Budapest hasta los elogios a la ciudad y a la afición. El portugués se siente querido y a su vez ama su vida en la capital. Aunque se encontraba en una etapa diferente de su carrera, encontró nuevamente el placer de trabajar. Ama a su grupo de jugadores, incluso si él mismo considera que muchos de ellos no están a la altura. Siente que todavía tiene una tarea pendiente con la ciudad y los aficionados de la Roma, un viaje pendiente que Taylor detuvo en Hungría.
Por esta y muchas otras razones, el ‘Special One’ tiene claro su futuro, pero sabe muy bien que no depende de él escribe Lorenzo Pes este sábado en el diario Il Tempo. El contrato del ex entrenador del Inter expira dentro de unos meses, al final de la temporada. Y hasta la fecha no ha habido ninguna reunión, ninguna conversación, ni está fijado en la agenda entre la titularidad y el técnico de la Roma. La disponibilidad es total, e incluso sin salidas públicas la familia Friedkin sabe muy bien lo que José se propone hacer. Es curioso remontarse a hace dos años y medio y pensar en el esfuerzo que pusieron los dueños para traerlo a los Giallorossi y lo lejos que están de él ahora.
Los norteamericanos tienen la costumbre, la creencia de esperar hasta el final y hablar cerca del fin de los plazos. Suele pasar con los futbolistas y también está pasando con el responsable del área deportiva Tiago Pinto. Pero José esperará un poco más, no para siempre. Las ofertas de Arabia y los planes inciertos del Newcastle representan un plan B para el luso, que sin embargo podría convertirse en una solución concreta.
A principios de año, José querrá legítimamente tener certezas sobre si la aventura continuará o no en la capital italiana. Los Friedkins están bajo presión, pero aparentemente no la sienten. Se formulan muchas hipótesis sobre decisiones ya tomadas, entrenadores bloqueados y su serenidad no permite tener demasiadas dudas.
Cabe preguntarse qué puede esperar la Roma después de tres años con Mourinho en el banquillo pero caracterizados por la revisión de gastos dictada por los acuerdos con la UEFA. Qué dirección se tomara este verano, quién guiará las elecciones en el mercado de fichajes, con quién se ocupará el nuevo entrenador suponiendo que no sea el propio Mourinho. Porque la hipótesis de la permanencia es ciertamente la más difícil, pero no debe descartarse en absoluto.
