No sólo es una guerra abierta contra los árbitros, con una investigación abierta por la fiscalía de la FIGC automáticamente después de sus declaraciones y por una acusación preventiva contra los oponentes, el ‘show’ de Mourinho implementado en vísperas del Sassuolo-Roma no toma prisioneros. Y vuelve a implicar a sus jugadores asegura Marco Juric en el diario La Reppublica.
Después de la decepcionante actuación ante el Servette y el posterior estallido en la rueda de prensa, el ‘Special One’ vuelve a advertir al equipo: «No hay necesidad de girar la cabeza hacia otro lado y no mirar la situación. Les dije a los jugadores que debemos tener ambición para querer más. Eliminando este tipo de perfil que te mantiene siempre en la zona de confort. Quizás a algunas personas les guste, pero a mí no«.
En menos de tres días el mensaje vuelve repetirse y llegar directamente. «Necesitamos ser menos superficiales. Tener que ganar siempre es difícil, necesita tener atributos. Todos, no solo 3 o 4 jugadores. No tenemos el potencial para ganar todos los partidos, no tenemos el potencial para luchar por el Scudetto, pero tenemos el potencial para estar en cuarto o quinto lugar con los demás. Y tenemos que subir el tono«.
Más acusaciones, pero sin dar nombres, porque para Mou «es una pérdida de tiempo pensar que diré públicamente de quien hablo». Spinazzola y Pellegrini son los principales sospechosos. Por el tiempo de juego que tuvo en Ginebra, en comparación con Belotti. Pero sobre todo por la importancia dentro del vestuario. Mourinho quiere más de los pilares del equipo. De esos futbolistas que emocional y técnicamente deberían empujar a todos los demás. Y evidentemente muchas veces no lo consiguen.
Por ello se renueva la confianza en lo mejor disponible. Con Mancini volviendo al once inicial tras los problemas físicos de los últimos días y Karsdorp capitaneando el pequeño grupo de «los más descansados». La pareja atacante con Dybala y Lukaku se mantiene sin cambios. Mientras que en el medio campo junto a Paredes y Cristante, se desarrolla una pugna de dos por una camiseta entre Pellegrini y Bove.
