Mientras que en Roma estalló la Dybala-manía (la cantidad de camisetas con el 21 de Paulo vendidas en los dos primeros días, son las mismas que las de Ronaldo en las primeras 48 horas como jugador de la Juventus), en Albufeira se acerca el posible debut del argentino que procede con mucha cautela. Y no tanto porque aquí haya poca afición romanista (en Algarve, sobre todo en julio, es destino turístico de ingleses y franceses).
El motivo está mayormente esta ligado a la prudencia de Mourinho. El técnico, aunque consciente de la gran curiosidad que reina en los medios por el argentino, no quiere correr riesgos. Le inquietaron los problemas musculares de Calafiori y el ko de Darboe (lesión del cruzado), que volvió temprano en Italia.
Faltan 22 días para el inicio del campeonato, no faltarán otros amistosos (Tottenham, Ascoli y Shakhtar). La temporada no se decidirá este sábado en un amistoso contra el Niza. Por lo tanto él staff técnico habría decido que atacante se siente entonces en el banquillo según cuenta Il Messaggero.
En su corazón espera un replanteamiento del entrenador, al menos entrar de cambio (los 10-15 minutos que creía tener hasta hace unas horas) para finalmente volver a sentirse futbolista. La primera parte del verano para alguien que vive de pan y fútbol fue difícil de metabolizar. Segregados en casa, corriendo en la caminadora. Ahora que por fin vuelve a ver la luz, le gustaría no parar.