Tras la peor derrota de su carrera, 1-6 en Bodø, acumuló la peor de su historia en la Serie A, 0-4 en Udine. José Mourinho es un técnico acostumbrado a ganar y no a perder, sobre todo de forma atronadora, pero tras el choque de Friuli envió mensajes de calma, incluso de optimismo, al equipo. «Fue una mala noche -les dijo a los jugadores– pero ahora podemos y debemos irnos para demostrar nuestro verdadero valor» según cuenta Corriere dello Sport.
La oportunidad llega pronto porque el jueves se vuelve al césped: en Bulgaria ante el Ludogorets (18.45 horas) la Roma debuta en la temporada en la Europa League. El viaje promete ser incómodo a nivel logístico -chárter a Varna, la perla del Mar Negro, luego una hora y media de traslado en autobús- pero también puede llegar a serlo a nivel técnico si no se aborda con el debido espíritu. La distraída y presuntuosa Roma de Udine se arriesgaría a más sorpresas desagradables, a pesar del no excelente nivel del rival. Por eso Mourinho prevé alguna nueva alineación pero sin exagerar con el volumen de negocios, al menos de inicio. Dybala y Pellegrini, por ejemplo, deberían jugar.
Es el partido de vuelta del tríptico de partidos fuera del Olímpico. El tercero llegará el lunes a Empoli, con un número adecuado de días de descanso. Pero luego, antes del descanso, se espera el choque directo ante el Atalanta, en el que la afición registrará el décimo completo consecutivo (más de 60.000 espectadores). Allí se entenderá mejor de qué está hecha la Roma, que para la ocasión debería recuperar a Nicolò Zaniolo. No es un detalle.