El silencio que hace ruido. Es el nuevo capítulo del serial que se está montando entre la Roma y José Mourinho. En particular entre los Friedkins y el técnico: en el centro del debate está la renovación de un contrato que expira el 30 de junio y que aún no se discute en Trigoria.
De hecho, sería más correcto decir que hay alguien que lo discute y ese alguien es Mourinho. Como hábil estratega de la comunicación, decidió jugar con sus cartas expuestas. Las vías indirectas, sin embargo, pueden ser la solución adecuada, aprovechando el cariño de una escuadra que lleva días presionando a los propietarios, pidiendo arrojar luz sobre el futuro del técnico. Un ejemplo podría ser el escrito «José para la vida» aparecido ayer en las afueras de Trigoria.
Pero, ya estando a finales de noviembre, ni Dan ni Ryan Friedkin han iniciado la conversación para la renovación y no queda mucho tiempo si quieren pensar en planificar una cuarta temporada juntos. Pero también en este caso Mourinho quiere garantías, no sólo técnicas, que el club siempre ha intentado darle, sino también corporativas asegura este sabado el diario Tuttosport.
Se necesita planificar hoy para no llegar a marzo aplastados por el frenesí de intentar remediar una situación que podría complicarse. La sensación, a 25 de noviembre, es que hay tiempo para aclarar las cosas y sentarse alrededor de una mesa. Pero todos, incluido Mourinho, podrían haber intentado gestionarlo mejor desde el principio.
