Ha pasado un tiempo desde la primera cena romana en la que fue tomado por los paparazzi: José Mourinho eligió un lugar histórico en Parioli, el Caffè Hungaria.
No podía haber sabido entonces que su carrera como entrenador de la Roma comenzaría en Piazza Hungría y terminaría en Hungría, donde puede pasar a la historia del fútbol como el entrenador más exitoso en la historia de los torneos de la UEFA al superando a Giovanni Trapattoni cuenta Corriere dello Sport.
Aficionado a los récords pero sobre todo a los títulos, que pasarían a ser 27, Mourinho pretende confirmar su racha voraz en las finales en Budapest: sin contar las Supercopas ganó 5 de 5, incluida la Conference del año pasado en Tirana.
Mientras tanto, para lograr su objetivo, para no dejar piedra sin atender, ha mantenido todas las miradas ajenas a los campos de entrenamiento. Nadie más que el cuerpo técnico y médico puede asomarse para observar el progreso de Dybala, las pruebas a balón parado, los esquemas defensivos.
Ha sido así desde este domingo, fue así incluso antes del partido ante el Feyenoord. Aunque tambien, hay un poco de superstición. Y es el mismo principio que inspiró el silencio de prensa ordenado la noche del sábado, tras la derrota en Florencia que Mourinho no bajó más allá del relativo impacto en la tabla insignificante y un campeonato decepcionante.
Mourinho ha suspendido todas las valoraciones. De momento, como dijo en la rueda de prensa, realmente solo piensa en la final. Y según cuenta el diario deportivo sin exagerar que a día de hoy, a dos días de la cita más esperada, no tiene un equipo top dispuesto a ficharle. Club de nivel PSG para que quede claro.
La sensación es que los Friedkins están a la espera de saber si la Roma jugará en la Champions League, una hipótesis ahora solo posible con la conquista de la Europa League en Budapest, para luego presentarse ante Mourinho con la propuesta de renovar contrato. Una cuestión de ingresos garantizados, que sirve para contrarrestar las limitaciones impuestas por el juego limpio financiero.
Por otro lado Mourinho, precisamente de cara a otro triunfo internacional, podría llamar la atención de los gigantes del fútbol mundial y por ello decidir marcharse, también porque es consciente de haber completado un doblete histórico: la Roma antes de la llegada del Special One solo había disputado dos finales en las competiciones de la UEFA, la última en 1991. Con Mourinho, en dos años, la cantidad se duplicó.