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Morata no tiene intención de romper con el Atlético de Madrid aunque espera volver a Italia; la Roma no le descarta a la espera de tener más liquidez

Hace unas semanas Álvaro Morata, hablando con algunos de sus amigos italianos, bromeaba sobre el «tema casa» que siempre ha agitado las noches de los futbolistas acostumbrados a tantos traspasos. En Turín el atacante tiene un piso recién reformado, en Madrid un chalet nuevo, en Milán y Roma no tiene nada.

Pero, paradójicamente, estas son las dos ciudades a las que le gustaría mudarse a finales de verano. La Roma está en la pole position, pero Álvaro ha empezado a entender (oa temer) que al final no saldrá el dinero de su compra. La última esperanza sigue siendo las ventas de Ibañez y Karsdorp que podrían desbloquear el mercado de Giallorossi.

Con el Inter, hace unas semanas, sus agentes no habían tenido sensaciones positivas: por un lado por los costes de la negociación y porque entendieron que el delantero no era primera opción para el club. Aparte de Inzaghi: para Simone, Alvaro era (es) la solución ideal. Ni hablar de Mourinho, teniendo en cuenta que desde hace meses José lo identifica como el mejor refuerzo para su tercera Roma. Morata lo percibía y como él la familia: hablamos a menudo de Alice Campello, su mujer, de Véneto, madre de sus cuatro hijos y, evidentemente, muy contenta con la idea de estar más cerca de casa. Pero está bien -y mucho- también en Madrid, una ciudad que siente como suya incluso a nivel profesional.

En estos días de reflexión e indecisión, Morata está muy cerca de su padre, el hombre que, más que agentes e intermediarios, le aconseja y le sigue. De todos es sabido que a Álvaro, un enorme talento y un carácter muy sensible, le gustaría un reto en el que lo técnico y lo humano vayan de la mano. Juventus y Allegri son un parte de su corazón, la Roma sería un trozo de vida para afrontar de un tirón, el Inter el reto más apasionante del fútbol, ​​Italia el país donde más feliz fue.

Para ello esperaba -y espera- volver. Pero lo cierto es que Morata no tiene intención de romper con el Atlético de Madrid: está bien en Madrid, las relaciones con Simeone son excelentes, si se quedara donde está no sería un drama. También porque de momento el Inter dejó saber que no quiere, ni puede, hacer tal inversión por un jugador de casi 31 años, mientras que a la Roma le gustaría ceder el jugador a Mourinho pero con otra liquidez cuenta Corriere dello Sport.

Por eso, Álvaro, hablando desde la concentración del Atlético en México, no pudo evitar admitir: «La Roma no es una opción en este momento, no está en mi cabeza. José Mourinho es un gran entrenador, fue quien me dio la oportunidad de jugar mi primer partido profesional. Le estoy muy agradecido y le deseo lo mejor. En el mercado de fichajes -añadió- los jugadores no podemos controlar nada”. Traducido: si mi voluntad contara, la situación sería diferente.

Por ello Morata ha esperado hasta ahora y no ha querido ni oír hablar de Arabia ni de Estados Unidos: ni de Italia o de España, entre otros los países en los que vivirá cuando deje de jugar. Pero todavía es pronto para pensar en ello. De momento Álvaro cree que aún le quedan muchos cartuchos por disparar y para ello buscaba un reto capaz de relanzarle sobre todo mentalmente. La Roma era (es) la primera opción por el interés de Mourinho, la relación con Dybala y todo lo que llegó a ver en directo, cuando jugaba en el Olímpico, y por la tele. Desde que su amigo Paulo se unió a los amarillos y rojos, ha observado a menudo los partidos del equipo de Mourinho y ha quedado impresionado por el grupo y por el Olimpico siempre lleno.

Y hasta cuando su mujer publicó la foto de los niños con la camiseta del tío Dybala, no le importó: era el 7 de junio y Tammy Abraham llevaba unos días herida. La Roma necesitaba un delantero, Mou había comenzado el noviazgo, Paulo y Oriana (los padrinos de Bella, la cuarta hija del delantero) le habían motivado. Un regalo que los esposos Morata podían guardarse, en cambio optaron por publicar no una, sino nueve fotos, en un momento en que pocos pensaban en un posible traslado a Roma.

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