Max Allegri aún siente deseo por el fútbol y en particular por el fútbol italiano, si se le ofreciera la oportunidad adecuada. Ya en los últimos meses, cuando el banquillo de Fonseca parecía tambalearse y su candidatura empezaba a circular, Max empezó a analizar partido tras partido. Fonseca dio la vuelta con el derby y el Milan cerró la puerta a la posibilidad de cambiar de entrenador.
Ahora que ha llegado Sergio Conceicao y solo queda el indicio procedente de la Roma Giallorossi -pese a las garantías ofrecidas por Claudio Ranieri- pero no hay señales de ningún interés concreto, el escenario profesional de Max necesariamente se ha convertido en otro (Arabia). Alguien que -escribe Franco Ordine en ‘Il Giornale’- ya ha entrenado y ganado campeonatos con la Juventus y el Milan, con Conte en el banquillo del Nápoles y Simone Inzaghi en el del Inter, sólo puede tener a la Roma como atractivo para relanzar la próxima temporada.
La segunda explicación la da el tamaño del paquete económico (50 millones en dos temporadas), el mismo ofrecido al ex seleccionador italiano Roberto Mancini para entrenar al combinado nacional de ese país.