Diversión y popularidad por dinero. El extraordinario mundo en el que entró la familia Friedkin a partir del 6 de agosto de 2020, día en que compraron la Roma, también se puede resumir con las graciosas palabras que ayer les reservó el director general Tiago Pinto, escribe Massimo Cecchini en La Gazzetta dello Sport. «Tenemos que agradecer a los dueños. Lo que invertimos en el mercado fue mayor de lo que Dan y Ryan habían acordado«. Cierto, dado que la barra presupuestaria se fijó en alrededor de 50 millones, más el monto obtenido por las ventas. En este frente, con la excepción de los 8 millones virtualmente seguros de Ünder y los préstamos de López y Florenzi, se ha llegado a diez o un poco más, porque los sueldos ahorrados no estaban incluidos en el cálculo. Moraleja: los aproximadamente treinta millones con los que Pinto supo contar en superávit, representan precisamente ese «regalo» que había pedido Mourinho.
Los Friedkins, sin embargo, tienen claro que en este momento la Roma pierde una media de unos 12 millones al mes, y no es casualidad que la deuda, al 31 de julio, haya ascendido a 339 millones, mientras que las pérdidas de la balance cerrado en junio, que pronto se oficializará, rondarán los 150 millones. Una cosa es cierta, por parte de los dueños no se ha carecido del apoyo económico, dado que -tras comprar el club en agosto de 2020 por 199 millones- ya han inyectado dinero en una cuenta de ampliación de capital por 248,3 millones. El problema es que, entre las restricciones provocadas por la pandemia y los ingresos que no despegan, aún no hay reversión de la tendencia. Por eso, aprovechando también los canales con el banco de inversión JP Morgan, los Friedkins llevan mucho tiempo buscando una sociedad, sobre todo en Estados Unidos, con la que compartir las cargas económicas. Un socio, es decir, dispuesto a hacerse con el 40 por ciento del club, pero que -siguiendo el modelo de los socios del ex presidente Pallotta- intervenga poco en la dirección del club. Al margen la situación de Tor di Valle que separo a Friedkin de Radovan Vitek, el millonario checo que compró el área donde se iba a construir el nuevo estadio, es posible que los contactos se vuelvan a conectar a nombre de una instalación propiedad de la Roma.
