Familia Friedkin, ¿qué se hace? José Mourinho espera una llamada de los propietarios para discutir el futuro. Su intención es clara y definida: quedarse en Roma. Tanto es así que en Trigoria ya se está planificando sus programas de verano, con la gira asiática que encajará entre entrenamientos cuenta Corriere dello Sport. Pero el contrato del Special One vence en 2024, combinado con la incertidumbre sobre posibles inversiones, es un tema a explorar.
No se vislumbra un punto de inflexión inminente en la relación con Mourinho, que en los últimos meses ha hablado poco y nunca fuera de lugar. Una vez subrayó que «podría haberme ido en diciembre y en cambio estoy aquí, no importa si estoy feliz o no» agradeciendo a Portugal por haberle ofrecido el banquillo de la selección patria. En ese momento estaba particularmente sorprendido porque esperaba una reunión dentro de unas semanas. Tenía que estar ahí y en su lugar siempre se deslizaba.
Porque el patrón no tiene prisa por negociar. Da por válido el acuerdo firmado en mayo de 2021. La confianza en Mourinho está intacta, él también la estima. El resto es secundario, según una precisa filosofía de los dueños: basta pensar que Lorenzo Pellegrini, el capitán de la Roma, firmó la renovación apenas unos meses antes de la fecha límite y Zaniolo no firmó nada. Los Friedkin creen y respetan los contratos firmados. Sin embargo, un personaje como Mourinho requiere una atención diferente y respeto. También porque, con su influencia, puede determinar los movimientos de jugadores importantes, comenzando por Dybala y Smalling que aún no han decidido si se quedan en la Roma.
Hay que mimar a Mourinho, para que renuncie a priori a los halagos de otros clubes. En el fútbol, sin embargo, las cosas cambian: «A veces los contratos no son lo importante«, susurró tras la victoria ante la Sampdoria. Así que cuidado con las sorpresas. La intención es precisa: la Roma es lo primero para Mourinho. Sin embargo, la realidad puede proponer escenarios impredecibles. La situación que los Friedkins deben evitar es que Mourinho se detenga en Trigoria solo por falta de alternativas estimulantes. Pero no sucederá, algo tiene que suceder primero.