Paradigme

Los 10 goles de la Roma

La Loba gritó 6 ante Spal pero festejó cuatro más: una decena de alegrías. Celebramos las pelotas que terminaron adentro y las muestras de paz.

¿El tablero no dice 6-1? Sí, para los de afuera. Para la estadística. Para eso. Pero para nosotros, para los hinchas de Roma, hubo más alegrías que la media docena de goles ante el Spal. Celebramos esos tantos, sí; algunos más que otros, también. Sin embargo, el sabor de boca es mucho más dulce que lo que se suma en un set de tenis. La victoria no solo nos da aire y esperanza, sino que además nos trajo paz y empezó a enterrar polémicas que no ayudan en nada y a nadie.

1-0: Gol de Paulo Fonseca. El DT controló, dominó y la clavó. Por eso la Loba ya ganaba en el Stadio Paolo Mazza antes del pitazo inicial. El portugués, que estuvo (y que sigue) bajo presión, acertó con su convencimiento: el nuevo dibujo con tres defensores que se pinta como 3-4-2-1. Es que la base se afirma en persuadir a tus dirigidos de que lo que elije es lo conveniente. Y si los jugadores te siguen, algo bueno va a salir. Por eso, el primer gol fue del entrenador. Más allá de los nombres que elija, el sistema (por ahora) no lo negocia.

2-0 (1-0 real): Nikola Kalinić volvió a aprovechar su oportunidad y dejó en claro que quiere pelear para quedarse, aunque sea al reemplazo de nuestro capitán Dzeko y tenga que jugar menos de lo que desea. Sin embargo, ya lleva 4 goles en 14 veces que vistió la maglia romana, en un total de 477 minutos. Si lo comparamos con el ex 9 suplente (el checo), no quedan dudas. Ni una. El grito del croata fue de centrodelantero nato, aprovechando un rebote. Ni el VAR ni los comentaristas, seguros de un offisde inexistente, se lo sacaron. Edin ni siquiera necesitó entrar y está fresco para lo que viene.

3-1 (2-1 real): Es cierto que el Spal descontó y esa fue la perla negra de una noche italiana redonda. Pero lo bueno es que Roma no se vino abajo, sino todo lo contrario. Se hizo cargo del protagonismo (es cierto, jugaba contra un equipo descendido y prácticamente sin alma, hay que decirlo) y Carles Pérez fue la bandera de la desfachatez en ataque. El español siempre que entró, sumó. Velocidad, gambeta, atrevimiento. Y una zurda muy fina: así clavó el segundo y encaminó un encuentro que podía tomar otro rumbo. El ex Barsa sumó puntos importantes.

4-1 (2-1 real): ¿Son laterales? ¿Volantes? ¿Extremos? ¿Qué? Bruno Peres y Leonardo Spinazzola son parte de la idea fundamental de Fonseca: defender con 5 (más los dos volantes de contención) y atacar con 6 (ellos dos, los tres de arriba y un volante que se adelanta). El brasileño tuvo uno de sus mejores partidos, yendo y viniendo como siempre, aunque ahora con más criterio. Y se despachó con dos goles -esto vendrá más adelante-. Mientras que el italiano tuvo un gran primer tiempo y, como ante Hellas Verona, fue clave en un gol de un compañero: esta vez mandó el centro del 1-0 de Kalinić.

5-1 (3-1 real): Aleksandar Kolarov es un lateral, de los que aman ir en ataque y meter centros picantes, como también probar misiles al arco con pelota en movimiento o, como pasa desde hace tiempo en Roma, con los tiros libre. Esa zurda es una espina para los arqueros. Sino pregúntenle a Letica, que no pudo contener un remate del serbio ni bien empezó el ST. Fue el gol que liquidó la historia. Bien temprano, pero el golpe justo. Otro punto a favor de Kolarov es que aceptó ser uno de los tres centrales, relegar esa ambición ofensiva y cumplir en el fondo. Sin embargo sus ganas le ganaron, pasó mitad de cancha y se volvió con otro grito.

6-1 (4-1 real): Bruno Mars le puso ritmo y Peres lo bailó. Fonseca lo pasó para la izquierda (para darle descanso a Spinazzola y de paso entregarle minutos a Zappacosta) y el brasileño encontró su gol. ¡Pero por derecha! Es que cuando la Roma funciona, encuentra sociedades y ataca sin preocuparse, los goles caen. Y así, Bruno arrancó por izquierda, se metió casi como 9 y encontró un rebote más tirado a la derecha. Apuntó y a cobrar.

7-1 (5-1 real): No te desesPeres, Bruno. Paciencia al por mayor. Claro, el tablero ayudaba, el rival (inofensivo en ataque y marca) también aportaba lo suyo… Solo había que subir un cambio y pasar la bandera a cuadros casi sin desgaste. El brasileño la pisó, amagó, miró, volvió a mirar y la clavó en el palo lejano. Lindo, muy lindo gol. Y merecido para un jugador que la corrió de atrás y que no hace mucho jugaba en el ascenso de Brasil. Pa’ arriba. Obrigado.

8-1 (6-1 real): Nicolò Zaniogol. El 22, un 22 de julio, fecha patria por el Coliseo y sus alrededores, haciendo lo que más le gusta: jugar, gambetear, acelerar, bancar a pura potencia y convertir. Todo en diez segundos de pura adrenalina. La tocó para un lado para dejar al primero en el camino -que le tiró a pegar y no lo bajó-, aguantó con el cuerpo otro que vino a desestabilizarlo, dejó pagando al tercero, el cuarto no llegó a alcanzarlo y el quinto pasó de largo. La joya la cerró con su mágica zurda. Y otra vez su festejo cual Cristo Redentor de Roma. Está de vuelta hace rato. Disfrutemos.

9-1 (6-1 real): Después de los goles llegan los abrazos. Pero este abrazo no fue de gol, fue de algo más fuerte. A los 11 minutos del ST, Fonseca mandó un triple cambio. Uno de los que salió fue Giuanluca Mancini (entró Cetin) y uno de los que entró fue Zaniolo (por Lorenzo Pellegrini -otro partido flojo-). Durante la semana se habló, incluso acá, del cruce entre Mancini y Nicolò que terminó con el DT tirándole un dardo al 22. Que se llevaban mal, que no se hablaban, que esto, que lo otro… Ahí, antes las cámaras, Mancini abrazó fuerte a Zaniolo. «Andá y hacé un gol», le dijo. En realidad, lo imagino. Al finalizar el juego hubo otro afectuoso saludo, con sonrisas de los dos lados. Y en el vestuario llegó el tercero, con posteo en redes sociales, por si alguien se lo perdió. Hay amoR, como pregona la nueva, y linda, camiseta.

10-1 (6-1 real): El cuarto triunfo de los últimos cinco partidos (en el medio un 2-2 que se escapó vs. Inter) dejó una estadística que, al menos a quien escribe estas líneas, le genera una mueca de satisfacción. La efectividad en pases fue del ¡90,6%! Es decir, 9 pases bien dados en 10 intentos. Y por ahí pasa la arteria del fútbol de la Loba: si no hay encuentro entre los jugadores, no hay nada. Contra el Hellas Verona se ganó, pero se sufrió en este ítem (53,9%). Ahora se dejó una imagen totalmente distinta. El rival, repetimos, tuvo que ver, claro. No ofreció prácticamente resistencia. Pero el mérito es de Roma. Seis pelotas terminaron adentro, aunque falta ajustar apenas la mira: 64,3% de efectividad en los 18 remates. Igual, hubo más de seis goles…

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