Hace menos de año y medio la vida parecía una escalera de cristal. La noche en Tirana, la copa de la Conference League en sus manos, la conciencia de que ni siquiera Francesco Totti y Daniele De Rossi habían sentido jamás esa alegría: un trofeo europeo elevado al cielo. Luego el presente empezó a volverse resbaladizo, traicionero, hasta transformarse en una situación actual que siempre recita el mismo mantra: Lorenzo Pellegrini queda fuera por problemas físicos.
Como paradigma, además, se podría tomar su última lesión, la que sufrió la semana pasada ante el Servette. Sólo entró al campo en la segunda parte y jugó sólo 12 minutos, pero encontró tiempo para marcar un gol y dar una asistencia. Luego la baldosa: lesión en el flexor derecho y una baja de un mes. Con estas premisas, no es de extrañar que desde el verano de 2017 -cuando el futuro capitán fue readquirido por la Roma- Pellegrini se haya perdido medio centenar de partidos por problemas físicos, y a ellos se sumarán los siguientes, con los Giallorossi esperando ver Volverá a los terrenos de juego a mediados de noviembre para el derby, donde espera encontrar a su amigo Immobile como rival cuenta La Gazzetta dello Sport.
Ni que decir tiene que, a pesar de la extraordinaria temporada 2020-21 que culminó con la victoria de la Conference (11 goles y 9 asistencias para Lorenzo), la relación del capitán con la afición giallorossi no siempre fue idílica. En efecto, aunque es insustituible para José Mourinho (si se encuentra bien), el hecho de ser romano y seguidor de la Roma no le beneficia, sobre todo si los parámetros de referencia pasan a ser Totti y De Rossi. Quizás el salario como jugador top (con premios, unos 6 millones) parece haber aumentado las expectativas de la gente. El resultado es que en los últimos años quienes han calentado el corazón (y vendido camisetas) han sido Dzeko, Zaniolo, Dybala y ahora Lukaku, mientras que Pellegrini también debe pulir su melancolía a la italiana, si se tiene en cuenta que perdió un campeonato europeo. Campeonato a pocos días del inicio por otra maldita lesión.
Una cosa es segura: la vida profesional de Lorenzo parece impecable, dado que además cuenta con el seguimiento de un entrenador privado y un nutricionista para minimizar la posibilidad de lesiones. El problema son las recaídas, porque en las zonas alrededor de las cicatrices musculares es más fácil que las fibras vuelvan a sufrir. Pero Pellegrini no es alguien que se dé por vencido. El objetivo de estar en el derby es un estímulo, aunque su mirada va mucho más allá. En cambio, a sus 27 años, un chico con sus cualidades tiene derecho a pensar que el futuro será verdaderamente una escalera de cristal.