El destino de los capitanes es causar división. Incluso Francesco Totti, el futbolista más grande de la historia de la Roma, se ha enfrentado a críticas y abucheos en algún momento extraño de su carrera. Por tanto, no es escandaloso que un heredero normalizado como Lorenzo Pellegrini se enfrente de vez en cuando a quejas del Olímpico. Ya ha sucedido en los últimos años. Esto volvió a ocurrir el pasado domingo contra la Fiorentina.
Los hechos, discutibles: minuto 85, Mourinho comprende que el partido va mal incluso antes de la segunda expulsión y ordena un cambio defensivo, fuera Pellegrini y dentro del heredero del heredero Edoardo Bove. La Curva Sud parece desinteresada por la situación concreta, lleva un tiempo cantando para estimular el espíritu resiliente del equipo. Pero desde las gradas se escuchan silbidos fuertes y claros asegura Corriere dello Sport.
Son muchos los problemas condicionantes que no le están ayudando ni en el césped ni en el apoyo desde la grada. El amor de la Curva Sud siempre ha estado ahí y hasta ahora ha sido incondicional: un amor que ahora Lorenzo quiere devolver a toda costa para volver a ser el verdadero capitán Pellegrini.
