Primero: Chris Smalling fue y sigue siendo un pilar de la Roma. Segundo: ningún club, y menos la Roma, puede obligar a un jugador a pasar por el quirófano. Está claro, sin embargo, que la situación de Smalling, que no juega desde el 1 de septiembre, en Trigoria está generando ansiedades y preocupaciones.
En primer lugar, porque se ha sentido su ausencia. Y luego porque no se ve la luz al final del túnel. Por ello, de seguir así, el regreso de Smalling podría posponerse de enero a finales de febrero como ya habia adelanto José Mourinho hace unos días en mesa de prensa. En total, por tanto, casi seis meses de ausencia del verde.
Smalling, hasta la fecha, no se ha sometido ni tiene intención de operarse. A sus 34 años y con sus tendones en dificultades, una operación podría comprometer el final de su carrera asegura Corriere dello Sport. No es que las cosas estén mejor ahora, pero la esperanza es que la terapia conservadora dé frutos tarde o temprano, aunque dicha sea la verdad hasta ahora no hay resultados. Por lo demás, de verdad, nos vemos en primavera.