Paradigme

La Roma y los Friedkin podrían sugerir a Edoardo Bove la idea de recalar en el Everton ante su situación; en un par de meses los controles de diagnóstico darán un veredicto sobre su estado

Comienza una nueva vida para Edoardo Bove. La enfermedad sufrida el pasado 1 de diciembre durante el Fiorentina-Inter volvió a cambiar la trayectoria del centrocampista. Roma, Florencia y Roma de nuevo. Llega el momento de las preguntas: resulta difícil escudriñar un futuro que parecía ya escrito y que de repente se ha vuelto indescifrable cuenta Marco Juric lo escribe en La Repubblica.

Ayer a Bove le implantaron un desfibrilador subcutáneo extraíble. Una elección obligada que ahora interrumpe bruscamente su carrera: quien tenga un dispositivo como este ya no podrá jugar al fútbol ni practicar deportes a nivel competitivo en Italia. En los próximos días el centrocampista recibirá el alta médica y regresará a Roma, a su casa de Trastevere. Allí pensará en el mañana, junto a sus seres más queridos. Lo mismo hará la Roma, que en verano decidió privarse de una de las últimas joyas de la era Mou. A cambio hay una rica ganancia de capital, una perspectiva que ya no existe. Formalmente, Bove volverá como jugador de la Roma al final de esta temporada, respetando el contrato que le une a los Giallorossi hasta 2028.

Bove habría supuesto una plusvalía de 11 millones de euros en la Fiorentina, pero ahora el club y el jugador tendrán que encontrar una solución. La Roma podría surgir la posibilidad de viajar al extranjero, pero sin salir de la órbita de los Friedkin. De hecho, los presidentes estadounidenses también son propietarios del Everton de la Premier League y podrían pensar en una cesión (o venta) para echar una mano al jugador. Por ahora, sin embargo, es prematuro hablar.


Edoardo, cuenta por su parte escribe Mario Tenerani en Il Messaggero, ha sido sometido a profundos controles de diagnóstico que aún no han concluido. Entre los elementos que surgieron estaría una pequeña lesión en el ventrículo izquierdo.

La cirugía a la que se sometió Bove se considera de rutina. El canterano romanista regresará a casa entre mañana y el sábado. Conservará el dispositivo removible durante algún tiempo, quizás un par de meses, mientras espera recibir los resultados de todas las pruebas realizadas en el hospital. Después, Bove tendrá total autonomía para decidir si conservarlo, eliminarlo o pasar a una versión definitiva más parecida a la implantada en Eriksen.

La elección no será nada sencilla, pero dependerá sobre todo del veredicto que se produzca después del tratamiento farmacológico y, en particular, de los análisis genéticos.

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