Hay una Roma a la que le cuesta afrontar los partidos y que muchas veces regala los primeros 10-15 minutos de juego sin saber por qué. Y hay otra Roma, que obviamente es lo mismo que los enfoques equivocados, que cuando se levanta de esos falsos comienzos también lucha por sacar cosas positivas, por hacer funcionar el motor a toda velocidad durante el transcurso del juego escribe Andrea Pugliese en La Gazzetta dello Sport.
En definitiva, la Roma de Mourinho es una Roma estática, muchas veces predecible, que se nutre de los chispazos y contras poco organziadas, pero que luego es lenta y pausada en su maniobra, sobre todo cuando es ella quien tiene que ir a jugar. Y que al motor del Roma le falta gasolina, nos lo dicen las estadísticas. Una en concreto, la de los kilómetros recorridos de media en cada partido, donde el equipo de Mourinho es desoladoramente último entre los veinte de la Serie A.
Sí, así es, nadie en nuestra liga corre menos que el equipo giallorossi. El plantel de José recorre exactamente 104.293 kilómetros por partido, ocho menos que los líderes de este especial ranking, la Lazio, que recorren 112.718 kilómetros en cada partido (por detrás del Inter con 110,88, Venecia con 110,259 y Atalanta con 110.022).
En definitiva, durante un partido, la Roma corre como los equipos de rango medio-bajo. Efectivamente, menos que todos ellos, si es cierto como lo es que en la parte baja del ranking, por delante de los giallorossi, se encuentran el Udinese (104.812), el Sassuolo (104.979), el Bologna (105.139) y el Salernitana (105.514) .