Despegue inmediato, se vuelve al buen camino. Si la pregunta era: «¿Será este el mes decisivo para el nuevo estadio de la Roma?», la respuesta es: «Absolutamente sí». Palabra de Dan Friedkin, el magnate americano propietario del club Giallorossi que ya forma parte del futuro de la Magica desde hace años. Ese futuro a lo grande llamado Estadio de Pietralata. Ese futuro, sobre todo, que viaja a gran velocidad a través de un «proyecto ejecutivo» que será formalizado y presentado por el club en el Capitolio a finales de febrero, a la espera de un último paso formal, es decir, los contraargumentos del Ayuntamiento de el debate público (gestionado por Nomisma, no vinculante), a través del cual los gestores romanistas integrarán los últimos elementos útiles para la comunidad.
Por tanto, cuenta este jueves La Gazzetta dello Sport, no queda nada que pueda obstaculizar la construcción del nuevo inmueble de 55.000 capacidades (ampliable hasta 62.000) con una inversión total de 580 millones de euros. Se espera un aumento de las capacadides de aparcamiento, garantizando la posibilidad de que al menos el cincuenta por ciento de los espectadores lleguen al estadio en transporte público, coincidiendo con la eliminación de todos los problemas relacionados con la contaminación acústica. La cuestión de la expropiación también se está resolviendo con relativa rapidez (2.500 metros cuadrados de propiedad privada frente a los 200.000 metros cuadrados de Pietralata, propiedad de Roma Capital).
El diseño de la obra fue confiado al estudio Populous de Londres. Y será un estadio inspirado en las «joyas» arquitectónicas más bellas del ámbito deportivo de los alrededores (el alcalde será el primero, y nadie más, en ver el proyecto). Una línea que seguirá siendo propiedad de Roma y será financiada por Bank of America y JP Morgan. Un estadio con el que los Friedkin pretende obtener al menos 70 millones de ingresos por temporada, con vistas a un posicionamiento sonoro de la Roma en Europa, en proporción directa a lo invertido.