La euforia romanista también se está convirtiendo en un asunto económico. La política de los Friedkin, que ha podido llenar el Olímpico desde que el (ahora ex) gobierno reabrió los estadios, promete una cosecha excepcional en términos de ingresos según cuenta hoy Corriere dello Sport.
A pesar de la reducción de los precios, especialmente para los abonados, la Roma ya ha vendido todas entradas en los cuatro primeros partidos disputados en casa, tres de Liga y uno de Europa League: en términos económicos, esto supone más de 5 millones de euros ingresados, incluida la tasa de suscriptores que son muchos en ambas competiciones.
Si la tendencia se mantiene estable, como sugiere el número de entradas vendidas para los próximos, frente a Betis y Lecce, los Friedkins calculan que pueden llegar a los 35 millones en la temporada, a los que hay que sumar los beneficios derivados de los derechos de imagen: un patrocinador invierte más de buena gana en un espacio publicitario que es visto por más de 60.000 espectadores a la vez.
Ciñéndonos solo a la Serie A, el año pasado las restricciones por el Covid impidieron que la Roma de Mourinho acogiera de inmediato a todos los aficionados que querían participar: tras tres partidos en casa, los espectadores eran 85.854 para un total de 2,4 millones recaudados. Hoy, sin embargo, el número ha subido a 182.863, lo que arrojó más de 4 millones.
Los datos económicos no son oficiales: desde el inicio de esta temporada, la Roma, en paralelo a la salida de Bolsa, ha decidido hacer público el número de espectadores pero no de lo recaudado, como ocurre en el extranjero. Pero la estimación se basa en el cálculo entre el costo promedio de los boletos y la tarifa de abonado. La Roma de Friedkin fue capaz de comprender rápidamente el alma de la gente y logró arrastrarlos a su lado.
