El estallido del caso no era previsible pero la Roma ya tenía trazada su estrategia: vender a Zaniolo, quizás tras una gran temporada, sin renovar su contrato. El balance económico del verano pasado dejo perdidas de 219 millones, el peor balance en la historia del club por lo tanto requerirá intervenciones incisivas sobre la reducción de costes y el aumento de los ingresos.
Algo ya se ha movido en el verano, con un recorte del 20 por ciento en los salarios, pero eso no es suficiente. Según los cálculos del director general, la Roma deberá contabilizar unos 70 millones de plusvalías lo antes posible para no desviarse del plan de reactivación económica presentado a la UEFA, según el acuerdo transaccional que ya ha certificado una serie de sanciones y tantos compromisos cuenta Corriere dello Sport.
Por eso Tiago Pinto no presta jugadores. Ni siquiera los que Mourinho no necesita como Shomurodov, Karsdorp y Viña. Tampoco puede aceptar esta solución para Zaniolo. Se arriesgaría a encontrarse en los próximos meses vendiendo otras piezas importantes, además de la reserva de jugadores jóvenes que pueden respaldar los esfuerzos financieros de los Friedkins a costa de algunos sacrificios técnicos. El plazo del 30 de junio no es obligatorio, porque el plan pactado con la UEFA es plurianual: tanto que la Roma está dispuesta a evaluar cesiones temporales siempre que se prevea la obligación de compra.
En este contexto, la sanción a la Juventus, de confirmarse, ofrece una posibilidad imperdible: si volviera a la Champions tras cuatro años de ausencia, la Roma solucionaría buena parte de los problemas. Porque en las proyecciones aumentaría la facturación en cerca de un tercio, recreando un círculo virtuoso de ingresos que equilibraría los costes. Sin embargo, a la espera de noticias positivas del equipo, los Friedkins han detenido las inversiones en la plantilla.
Esto significa que las salidas se compensarán con llegadas que, sumando reservas y salarios, cuestan menos. No hay alternativas inmediatas, como confirma la negociación por la renovación de Chris Smalling: la Roma corre el riesgo de perder a cero a su defensa más fuerte y experimentado porque no tiene fuerzas para igualar ofertas salariales más altas que pueden llover, o ya llovieron de otros equipos.