Ya con división, ya en crisis. La Roma de Mourinho despierta de repente del sueño veraniego que empezó con el desembarco portugués y empieza a aceptar la realidad. Más duro de lo esperado. La vergüenza de Bodo, seguida de las derrotas ante Verona, Lazio y Juventus, sacó a la luz todos juntos y con fuerza los problemas y malentendidos que frenan el proyecto de Giallorossi escribe Alessandro Austini en el diario Il Tempo.
Tras las inoportunas declaraciones de Tiago Pinto en la previa del partido, el técnico ha dejado claro que los reservas de la Roma no están a la altura, definiéndoles como inferiores a la selección noruega, 262 del ranking UEFA. Un arrebato dictado por la amargura de la derrota más dura sufrida por el Special One en su carrera, pero también un pensamiento real del técnico, que lleva meses repitiendo el mismo concepto en entrevistas. Descontento y nervioso, Mourinho actualmente es incontrolable. Y comienza a defenderse de los ataques, con la Roma en peligro de sufrir daños.
Antes de rebajar en público el valor de la plantilla, el portugués alzó la voz con los jugadores en el vestuario de Bodo. Los jugadores, que permanecieron solos durante 20 minutos, se enfrentaron con tonos brillantes sobre lo sucedido. Una señal de vida después de un histórico tonto, que terminó con una disculpa a los 400 hinchas enojados en la grada, lo que generó tensiones entre los jugadores. Pellegrini, Mancini y Abraham, los tres nuevos líderes junto con Cristante y el más silencioso Mkhitaryan, son los más nerviosos.
Los Friedkins no se exponen pero se enfrentan constantemente a Mourinho y Pinto (ayer también lo hicieron) y obviamente no están contentos con esta caída, pero de momento no hay intervenciones de ningún tipo. El técnico al que le han confiado la gestión y la imagen de la Roma no está en peligro. Intentarán complacerlo en el mercado de fichajes en enero, pero el mensaje que emerge de Trigoria es claro: para comprar el lateral y centrocampista solicitado por Mou, alguien tiene que irse. Diawara ni se lo piensa, Villar podría ser un sospechoso, pero colocar las reservas devaluadas por el técnico no será fácil.