El próximo mercado de fichajes de la Roma comenzó el miércoles y no finalizará el 2 de febrero, sino sólo al final del verano. Porque en el caso de los Giallorossi no se trata de apuntalar el equipo sino de reconstruirlo, cuenta Stefano Carina este sábado en el diario Il Messaggero. La última sesión, la primera de Ghisolfi en la capital, reveló lagunas y errores que el director deportivo francés ya está intentando subsanar en los últimos días. Dado que las revoluciones se hacen y no se anuncian, la que se anuncia a los cuatro vientos tras la derrota en Como tendrá dificultades para ponerse en marcha en los próximos días.
Porque más allá de las intenciones y esperanzas, el leitmotiv del mercado no cambia: sólo se ficha si hay salidas y es más, incluso con la misma fórmula. Así, si Shomurodov acepta uno de los destinos que se le proponen (Venecia, Cagliari o Empoli), Beto llegará a Trigoria vía Everton, gracias también a la sinergia entre los clubes en propiedad de la familia Friedkin. Si Zalewski es vendido al Marsella, se podría apuntar a un lateral: Mingueza, Zappa, Sildillia y Kayodé son los nombres que se están siguiendo actualmente. Si Hermoso se une al Fenerbahce, Ghisolfi tendrá espacio para contratar un reemplazo. Lo mismo ocurre en el centro del campo, con Le Fée a un paso del Betis (como Reitz del Mönchengladbach). El problema de fondo, sin embargo, es que cuando hablamos de revolución no nos referimos a jugadores marginales sino a aquellos que, quieran o no, han hecho historia en los últimos años de este equipo, ganando una Conference League.
Pellegrini, por ejemplo, a pesar del mal momento que dura ya un año y medio, sigue siendo considerado uno de los mejores centrocampistas italianos al que, sin embargo, sólo pueden acercarse los clubes (Inter, más en junio que hoy, o Napoli) que pueda garantizarle el salario (4,5 más bonificación) que recibe. Y en enero es difícil que operaciones de este tipo se lleven a cabo.
